Existe un contraste profundo y transatlántico entre el multimillonario bombástico Donald Trump y el abogado de derechos humanos con anteojos Sir Keir Starmer, tanto a nivel político como personal.
Pese a la llamada “relación especial”, claramente será una batalla cuesta arriba para el Primer Ministro británico forjar una relación productiva con el presidente entrante, pero no le queda más remedio que hacerlo.
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Los periódicos de hoy están llenos de informes sobre las dificultades a futuro. El Mail on Sunday afirma que Sir Keir Starmer estaría al “final de la cola” para visitar la Casa Blanca (en contraste con la aparición muy incómoda de Theresa May después de solo siete días), afirmando que “tendrá que tragar su orgullo” antes de recibir una invitación.
Según The Independent, fuentes de la campaña de Trump sugieren que el presidente electo está considerando rechazar a Peter Mandelson como embajador de EE. UU., un movimiento casi sin precedentes que sería un gran insulto diplomático.
Las figuras laboristas han estado haciendo todo lo posible para restar importancia a estos informes, con el Secretario Principal del Tesoro Darren Jones diciendo a Sky News “Dudo mucho que eso vaya a suceder”, agregando que las afirmaciones probablemente sean “propagadas por algunos políticos que les gustaría causar un poco de molestias”.
Líderes mundiales como Georgia Meloni de Italia y Javier Milei de Argentina, más alineados con la política populista de Trump, han sido invitados a la inauguración.
Sir Keir Starmer no ha estado, aunque el número 10 dice que el Reino Unido estará representado por la embajadora saliente Dame Karen Pierce, de acuerdo con el protocolo diplomático habitual.
Pero con una multitud de políticos conservadores prominentes de derecha festejando en Washington, incluidos Boris Johnson, Liz Truss, Suella Braverman, Priti Patel y, por supuesto, Nigel Farage, todos presentes, corre el riesgo de verse un poco excluido.
Entonces, ¿cuáles son los principales obstáculos entre los dos líderes?
Apoyo laborista a los Demócratas
Un problema es la ira del equipo de Trump ante los activistas laboristas que viajan a América para hacer campaña por la rival demócrata de Trump, Kamala Harris.
Históricamente, ha sido relativamente normal que los voluntarios laboristas ayuden a los Demócratas y los conservadores lo hagan con los republicanos. Pero esta vez tocó un nervio, provocando una queja ante la Comisión Federal de Elecciones de Estados Unidos.
La impresión de una oposición arraigada al proyecto de Trump por parte de la jerarquía laborista fue destacada nuevamente esta mañana por un artículo para The Observer del alcalde de Londres Sadiq Khan, advirtiendo sobre “el espectro del fascismo resurgente” antes de la inauguración.