Un Bosque de Oregón Está en Problemas. Parte de la Respuesta: Tala.

En toda una zona del noroeste del Pacífico, una de las especies de árboles más importantes de América del Norte está muriendo a un ritmo alarmante. Esta primavera, al igual que en los últimos años, las agujas de los abetos de Douglas se están volviendo amarillas, luego rojas y finalmente cayendo al suelo en los bosques del suroeste de Oregón.

Los expertos culpan a una combinación de factores, incluidos los ataques de insectos, la sequía y las temperaturas más altas causadas por el cambio climático. Décadas de supresión de incendios han exacerbado los problemas al perturbar el equilibrio natural de los ecosistemas.

“Las sequías, el calor y el cambio climático están matando árboles en gran medida, y no hay una manera clara de volver a poner ese genio en la botella”, dijo Rob Jackson, un ecólogo de la Escuela Doerr de Sostenibilidad de la Universidad de Stanford que está investigando las formas en que el cambio climático afecta a los bosques y pastizales. “Estamos preparando nuestros bosques para morir”.

La crisis en Oregón muestra la importancia crítica de la gestión forestal a medida que el cambio climático altera el mundo natural. Los silvicultores dicen que, en muchos casos, necesitan talar abetos de Douglas, ya sea muertos o vivos, para minimizar el riesgo de incendios forestales, promover la salud del bosque y ayudar a los ecosistemas a adaptarse al cambio climático. Sus planes incluyen la venta de algunos maderables rescatables.

Pero esos planes han tocado una fibra sensible con algunos ambientalistas, que desconfían de las agencias gubernamentales y las acusan de favorecer la tala en lugar de la conservación.

LEAR  Italia se prepara para la lluvia mientras 21 personas mueren en inundaciones en Europa.

“Entiendo por qué los grupos ambientales son sospechosos, y deberían serlo”, dijo Mindy Crandall, profesora asociada de política forestal en la Universidad Estatal de Oregón. Las agencias federales “no escucharon a la sociedad durante un poco demasiado tiempo”.

La desconfianza ejemplifica un desafío: ¿cómo manejan esas agencias, que controlan gran parte de la tierra en la mitad occidental del país, mandatos competitivos para la conservación, la extracción de recursos y la seguridad contra incendios a medida que la salud forestal declina en todo el Oeste?