Aunque con una mayoría saludable en el Senado esta vez, Trump no tendrá los mágicos 60 escaños que le permitirían superar cualquier intento de oposición para retrasar la legislación. Y el miércoles, los republicanos en el Senado eligieron a John Thune como su líder de mayoría sobre Rick Scott de Florida, el claro favorito en el campo de Trump, en señal de que algunos legisladores pueden estar reafirmando su independencia (Trump no respaldó oficialmente a Scott). Dicho esto, una trifecta, si se administra astutamente, abre la posibilidad de importantes iniciativas legislativas. La ventaja de poder de Trump podría ser clave para impulsar sus grandes promesas como la mayor deportación de migrantes en la historia, aranceles masivos a importaciones extranjeras y la eliminación de protecciones ambientales. Utilizar la legislación para lograr estos objetivos hará que dichos planes sean mucho más difíciles de revertir en los tribunales, algo que Donald Trump sufrió en su primer mandato cuando utilizó extensamente órdenes ejecutivas que fueron desafiadas regularmente y a menudo con éxito. El panorama judicial también ha cambiado a favor de Donald Trump. El logro más importante de su primer mandato fue colocar a tres conservadores en la Corte Suprema, asegurando una mayoría de dos tercios posiblemente durante décadas. También colocó a más de cuatro docenas de jueces en las cortes de apelaciones federales, cambiando varias circuitos hacia una inclinación más conservadora. La mayoría que tienen los republicanos en el Senado también brinda otra ventaja clave. Trump podrá obtener la aprobación de sus nominados para cargos administrativos con más facilidad, algo con lo que luchó en 2017 cuando la resistencia interna en el Partido Republicano aún era un factor significativo. Todo esto augura dos próximos y posiblemente turbulentos años. Pero, como lo indica la historia reciente, estas trifectas no duran tanto tiempo. La nueva administración querrá ponerse en marcha rápidamente.