Trump primero mencionó la idea de absorber Canadá en una cena con Trudeau en diciembre, poco después de amenazar con los aranceles por primera vez. En ese momento, los funcionarios canadienses lo descartaron como una broma.
Pero los comentarios de Trudeau el viernes sugieren un cambio en cómo Canadá podría estar percibiendo los comentarios de Trump.
Una encuesta de Ipsos realizada en enero muestra que la mayoría de los canadienses (80%) se oponen a que su país se convierta en parte de los EE. UU. y nunca votarían ‘sí’ en cualquier referéndum sobre el tema.
Tal movimiento también requeriría la aprobación de ambas cámaras del Congreso en los EE. UU. y necesitaría una supermayoría de 60 votos para pasar por el Senado.
En Canadá, las amenazas de Trump han causado ansiedad a nivel nacional. Alrededor de tres cuartas partes de las exportaciones canadienses se venden a los EE. UU., y aranceles altos sobre esos bienes podrían afectar profundamente la economía de Canadá y arriesgar miles de pérdidas de empleo.
Algunos políticos provinciales han estado lanzando campañas de “compra local” para alentar a los canadienses a gastar su dinero en casa en lugar de en los EE. UU. Algunos canadienses han cancelado viajes al sur de la frontera en protesta.
Pero los funcionarios también han intentado impulsar lazos más estrechos con los EE. UU. tras los aranceles, diciendo que Canadá estaba abierta a establecer una alianza Canadá-EE. UU. en energía y minerales críticos.
El Ministro de Energía Jonathan Wilkinson, quien ha estado en Washington DC esta semana para reunirse con sus homólogos estadounidenses, dijo que una colaboración más estrecha sería una “ganar-ganar” para ambos países.
En la cumbre del viernes, Trudeau dijo que Canadá se enfrentaba a la posibilidad de “una situación política más desafiante y a largo plazo con los Estados Unidos” y debe encontrar formas de fortalecer su propia economía y lazos comerciales en los años venideros.