“La voz se ha vuelto más grande”, dijo el Sr. Fortunato.
Campañas anteriores para eliminar la placa han fracasado. Poco después de que Rusia invadió Ucrania, alrededor de 12,000 personas firmaron una petición en línea para que la quitaran, pero fueron rechazadas. Parte del problema es que no está claro incluso para algunos funcionarios locales quién es responsable de tomar esa decisión, aunque el rector de la basílica, Giovanni Distante, dijo que la plaza donde está montada la placa “cae bajo la responsabilidad directa” del gobierno de la ciudad.
El alcalde de Bari, Antonio Decaro, no respondió a múltiples solicitudes de comentarios. En 2022, defendió la placa, diciendo: “No estoy a favor de cancelar un pedazo de historia”, informaron los medios de comunicación locales en ese momento.
En una entrevista, el Padre Distante trató de navegar por el conflicto centrándose en la historia de “promover y restablecer la unidad cristiana” que defendía San Nicolás, y señaló enfáticamente que fue la iglesia ortodoxa rusa en Kiev, la capital de Ucrania, la que en 1095 estableció la conmemoración de las reliquias que ahora se albergan en Bari. Fue un sutil reconocimiento de la ruptura entre la Iglesia Ortodoxa en Ucrania y la patriarquía rusa tradicional, liderada por un aliado del Sr. Putin, que siguió a la invasión de 2022.
Pero, dijo el Padre Distante, el legado de San Nicolás de promover “justicia, verdad, amor, paz” también sirve como un telón de fondo adecuado para la reunión del G7.
El mes pasado, alrededor de 1,000 peregrinos ortodoxos asistieron a los servicios anuales en celebración de San Nicolás en la basílica de Bari, incluidos algunos visitantes de Rusia, Ucrania y otros estados ex soviéticos, pero principalmente de la población local. En años anteriores, dijeron los funcionarios, la celebración atrajo a más de 10,000 personas, aproximadamente un tercio de ellas procedentes de Rusia.