Experiencia subacuática: cómo Zandile Ndhlovu está cambiando vidas bajo el mar
Zandile Ndhlovu creció en Soweto, un barrio negro en las afueras de Johannesburgo, donde nadie jamás soñó con viajar cientos de millas para nadar en el océano. Ni siquiera había una piscina.
“Y había esta idea de que ‘la gente negra no nada, no hacemos esas cosas'”, dice ella.
Así que no estaba preparada para su primer viaje de snorkel en Bali, a la edad de 28 años.
“El capitán le dijo a todos que se prepararan”, recuerda.
“Ni siquiera sabía qué significaba ‘prepararse’. Ni siquiera sabía qué era el snorkel. Cuando salté al agua, comencé a asustarme. Pensé que me estaba ahogando”.
Pero Ndhlovu dice que una vez que se calmó, se sintió en paz.
“Me dije a mí misma que me calmara. Miré debajo de la superficie del agua y no podía creer el abrumador azul, los peces amarillos y los rayos de sol en el arrecife de coral. Fue lo más hermoso que jamás había visto en mi vida”.
Zandile Ndhlovu en el agua
La experiencia la llevó a tomar un curso de buceo, y hace tres años se convirtió en la primera instructora de submarinismo femenina negra de Sudáfrica.
No siempre fue un viaje fácil.
“Siempre fui la única persona negra en el barco”, dice ella.
“Era interesante porque pasas por varias cosas, ya sea el idioma, y todo el mundo está hablando afrikáans… o si tu traje de neopreno no te queda bien, o si alguien pregunta: ‘¿Vas a bucear con todo ese pelo?'”
La gente de la comunidad negra también tenía preguntas, dice ella.
“Mis amigos decían: ‘¿Por qué haces cosas para personas blancas?'”
Esto aumentó su determinación de no convertirse en otra persona negra trabajando en una tienda de buceo una vez que se hubiera calificado, sino de llevar a cabo un cambio, para asegurarse de que los niños de color tengan acceso al océano.
Y así nació la Fundación Sirena Negra, creada y parcialmente financiada por Ndhlovu desde su base en Ciudad del Cabo, en la costa suroeste de Sudáfrica, donde se encuentran los océanos Índico y Atlántico.
La Fundación Sirena Negra quiere mejorar el acceso al océano para los niños de entornos desfavorecidos.
La fundación organiza programas de exploración del océano para niños y jóvenes de todo el país, donde aprenden a nadar, ven jugar a los pingüinos y descubren el Bosque Marino Africano, un vasto ecosistema submarino.
Leah, de 13 años, es una de esas jóvenes.
“Amo el océano, pero me daba miedo ir profundo”, dice ella.
“Zandi fue muy paciente conmigo. Me relajó porque estaba en pánico de que iba a ahogarme.
“Es muy inspirador ver lo valiente que es y lo enamorada que está del océano. Me hace sentir que lo que sea que ame puede ser parte de mí en la vida, al igual que el océano lo es para ella”.
Ndhlovu ha sido nombrada una de las 100 Mujeres de la BBC de 2023.
Zandile es una de las 100 mujeres de la BBC para 2023.
Ahora está ampliando el trabajo de la fundación para incluir lo que ella llama “núcleos oceánicos” en todo el país, que describe como “espacios inspirados en el océano con libros, y un lugar donde los niños pueden jugar y escapar de lo cotidiano”.
El primero se está estableciendo en el barrio de Langa, a poco más de 10 km (seis millas) del centro de Ciudad del Cabo.
“Langa tiene muchos desafíos, ya sea con las drogas, la violencia de género, la pobreza extrema; hay mucho que ocurre. Entonces, pensé, ¿qué pasaría si tuviéramos este punto en el que los niños pudieran venir a leer y aprender juntos?” dice Ndhlovu.
Espera que este programa cree un grupo diverso de “guardianes del océano” y anime a las comunidades africanas negras y marrones a participar en la conversación sobre el cambio climático.
“Como africanos, no podemos adoptar el ideal occidental de la conservación y usarlo en África de la forma en que siempre ha existido”, advierte Zandile Ndhlovu.
“La narrativa occidental siempre dice, ‘el agua y la vida marina antes que las personas’. Pero no puedes proteger las aguas, cuando no sabes qué va a comer tu familia esta noche”.
Ella dice que los ancianos de la comunidad negra pueden hacer una contribución clave.
“Tenemos que utilizar los conocimientos indígenas con los conocimientos occidentales, no uno por encima del otro, ya que ambos son importantes.
“Entonces podemos comenzar a construir algo increíble.”
Enseñar a las próximas generaciones sobre el océano es clave para la conservación marina, dice la instructora de submarinismo.
A pesar de su ajetreada vida, Ndhlovu siempre nada o bucea al menos dos o tres veces por semana, incluso si es “15 minutos entre reuniones”.
“El mar es mi refugio”, dice ella.
“Es donde voy a pensar, a liberarme. Amo la sensación de ser sostenida por este gran cuerpo de agua.
“No hay expectativas, solo estoy en este espacio donde encuentro mi voz, mi valentía, mi identidad. A partir de ahí, puedo mostrarme ante el mundo un poco más valiente”.
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