Antes de la guerra, Lamis, una “niña hermosa” y la más joven de cinco, le encantaba dibujar y asistir a su escuela de educación especial, dijo su madre. A los seis meses le diagnosticaron una enfermedad genética de la materia blanca. El Dr. Joshua Bonkowsky, profesor de neurología pediátrica en la Universidad de Utah, dijo que era una categoría de enfermedad cerebral que deja a un tercio de los niños muertos antes de los ocho años. No estaba familiarizado con el caso de Lamis. Apenas algunas de las enfermedades son curables, pero hay tratamiento disponible para las condiciones resultantes. En enero, el ministerio de salud en Gaza remitió a Lamis para tratamiento en el extranjero por su escoliosis. El ministerio registró que tenía problemas respiratorios y dificultad para tragar alimentos, y recomendó cirugía. Su familia se puso en contacto con la organización benéfica HEAL Palestina, que organizó el tratamiento con un hospital de EE. UU., mientras que una ONG israelí, Gisha, buscó autorización de seguridad para la evacuación. En junio, Lamis recibió autorización un día antes de una evacuación a través del cruce controlado por Israel en Kerem Shalom, pero no llegó a tiempo para salir, según Gisha. Luego, a finales de julio, la madre recibió una llamada de la Organización Mundial de la Salud (OMS) informando que ella y su hija serían evacuadas. Tras un retraso de último minuto, que llevó a Shatha a llevar a su hija en un viaje de dos horas de regreso a casa en Deir al-Balah en Gaza central, recibieron otra llamada al día siguiente diciendo que la evacuación seguía en marcha. Shatha se despidió de su esposo sin saber cuándo se volverían a ver. “Fue realmente difícil para mí,” dijo Shatha. “No quería mirar atrás.”
