Reseña: Bonnie y Clyde en el Teatro Palace

Y no me decepcionó, escribe Neil Brandwood

En papel, un musical sobre la pareja asesina que protagonizó una ola de crímenes en la época de la Depresión en Estados Unidos podría sonar dudoso. Pero gracias a un guion inteligente y actuaciones convincentes, funcionó.

Alex James-Hatton y Katie Tonkinson transmitieron hábilmente lo emocionalmente inmaduros e impresionables que eran ambos.

Aunque hubo momentos de ternura, su interpretación de Bonnie y Clyde como una pareja desesperada en caída libre en lugar de amantes épicos y trágicos fue mucho más creíble, y reflejó la verdad de la vida real.

Como cuñada Blanche Barrow, Catherine Tyldesley era un personaje más complejo y en conflicto que los demás, y aportó una profundidad psicológica e insight necesarios. De hecho, los dilemas a los que se enfrentaba eran más atractivos que la historia familiar de la pareja protagonista.

Estuvo acompañada en ello por Sam Ferriday como marido Buck. Apropiadamente torpe, Ferriday animó las cosas cuando se comprometió con una vida de crimen.

También enfrentando un dilema estaba Daniel Reid-Walters como el hombre de la ley Ted, un posible salvador de Bonnie. Capturó la angustia y la frustración del personaje, aportando una perspectiva adicional.

Como en todos los buenos musicales, las canciones surgieron en el momento justo, casi de forma orgánica.

Aunque no se quedaron en la memoria después de escucharlas solo una vez, la música de Frank Wildhorn y las letras de Don Black eran agradables y apropiadas para la época, con todo, desde Country y Western y Bluegrass, hasta Gospel y Ragtime.

Canciones destacadas incluyeron Picture Show, You Love Who You Love, Raise a Little Hell y Made In America. Disfruté especialmente de la cómica You’re Going Back To Jail, una de las muchas ocasiones en las que el magnífico elenco de apoyo brillaba con luz propia.

LEAR  El poder sin control de los líderes de las iglesias pentecostales.

Las proyecciones de películas añadieron adrenalina, dando una sensación documental y realzando, en lugar de entrometerse en los eventos en el escenario.

Los trajes reflejaron sutilmente circunstancias cambiantes, desde chalecos y delantales, hasta la idea de glamour de Bonnie y Clyde. Hubo una especie de patetismo cuando, incluso con todo su esplendor, sus vidas seguían siendo miserables.

Cuando tantos musicales son del tipo jukebox o rehacen películas y programas de televisión, esta producción relativamente nueva es bienvenida y refrescante.

No todos los espectáculos te hacen cuestionar si simpatizas con los protagonistas. ¡Aunque al menos resolvió la pregunta de por qué el nombre de Bonnie iba primero en el cartel!

El musical se presenta hasta el sábado 11 de mayo