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El escritor es economista jefe en BCP Securities
Los científicos sociales suelen interesarse por la idea de las coyunturas críticas. Esta es una teoría sobre cómo eventos seminales, generalmente grandes impactos externos, pueden alterar la trayectoria a largo plazo de una economía. Pero a veces cambios aparentemente más pequeños en un país también pueden tener efectos a largo plazo. Argentina está empezando a parecer un caso interesante de tal dinámica.
Detrás de todo el ruido que rodea al presidente Javier Milei, son las políticas a nivel micro, en lugar de planes macro más grandiosos, las que finalmente podrían estar cambiando la históricamente terrible trayectoria económica de Argentina.
Argentina ha tenido una docena de planes de estabilización desde 1952. Todos se basaron en la estabilización de variables macro como la oferta de dinero y el tipo de cambio mediante la imposición de políticas como la indexación y la dolarización. Todos fracasaron.
Una de las razones por las que fallaron es que no abordaron los sesgos inflacionarios incrustados en una red de reglas y regulaciones laberínticas. Milei, por el contrario, ha roto el molde de los programas de estabilización anteriores al centrarse en la microeconomía y la reforma institucional. Bajo el liderazgo del economista Federico Sturzenegger, el gobierno ha comenzado a desmantelar entramados de regulaciones, intermediarios, intermediarios y aranceles de décadas de antigüedad que han obstaculizado la innovación, la productividad y la competencia. Como resultado, las presiones inflacionarias han disminuido a medida que han disminuido los costos de transacción.
Por ejemplo, organizaciones políticas como La Cámpora, una organización juvenil peronista cofundada por el hijo de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, administraron muchos programas de asistencia social, construyendo una relación clientelar con los pobres. Las reformas de Milei han sacado a La Cámpora del circuito y distribuido beneficios directamente, aumentando el monto neto que recibían las personas. Este enfoque, aplicado a nivel micro en lugar de macro, se ha replicado en todo el país, eliminando muchos de los cuellos de botella que han hecho la vida tan difícil y costosa para millones de argentinos comunes.
Los puertos son otro buen ejemplo del enfoque de Milei. La larga dominancia del sector exportador argentino por los puertos de Buenos Aires y Bahía Blanca, dos puertos ineficientes de aguas poco profundas, ahora está amenazada por un nuevo superpuerto de aguas profundas en la provincia de Río Negro. La instalación de $2 mil millones en San Antonio del Oeste alojará superpetroleros de gran calado que cargarán millones de barriles de petróleo de Vaca Muerta con destino a China.
La inflación sostenida y creciente, la maldición de Argentina durante décadas, es un asesino de inversiones. El nuevo régimen de incentivos para grandes inversiones, conocido como RIGI, podría ayudar a poner al país en el camino de la recuperación. Proporciona exenciones fiscales y arancelarias, e incentivos y garantías cambiarias, brindando a las empresas las garantías que necesitan para hacer compromisos a largo plazo.
A lo largo de la historia de Argentina, y en todos los ámbitos, desde seguros hasta notarios hasta aprobaciones de importaciones, los funcionarios, a veces incluso los presidentes, han exigido sobornos, coimas y sobreprecios a cambio de la provisión de bienes y servicios básicos. Las ineficiencias resultantes han dejado la cultura, la sociedad y la economía a merced de una clase política dominada por el partido justicialista peronista.
Milei ha prometido romper este control. Por eso sigue haciendo hincapié en la palabra “libertad” en su retórica. Aunque pueda estar implementando un programa de estabilización macroeconómica atacando los excesos fiscales de administraciones anteriores, el verdadero cambio está ocurriendo a nivel micro, permitiendo que la población se libere de las cadenas impuestas por el sistema político.
Este es un momento crítico para Argentina. También podría marcar el comienzo de una nueva era en la formulación de políticas microeconómicas.
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