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Trabajo para The Washington Post desde 2008 como caricaturista editorial. He tenido retroalimentación editorial y conversaciones productivas, y algunas diferencias, sobre las caricaturas que he presentado para su publicación, pero en todo este tiempo nunca me habían censurado una caricatura por quién o qué elegí criticar con mi pluma. Hasta ahora.
La caricatura que fue censurada critica a los multimillonarios jefes de empresas tecnológicas y de medios que han estado haciendo lo posible por congraciarse con el entrante Presidente electo Trump. Recientemente ha habido varios artículos sobre estos hombres con contratos gubernamentales lucrativos y un interés en eliminar regulaciones que se dirigen a Mar-a-lago. El grupo en la caricatura incluía a Mark Zuckerberg/fundador y CEO de Facebook y Meta, Sam Altman/CEO de IA, Patrick Soon-Shiong/editor del LA Times, the Walt Disney Company/ABC News, y Jeff Bezos/dueño de The Washington Post.
Aunque no es raro que los editores de la sección editorial objeten las metáforas visuales dentro de una caricatura si les parece confusa o si no está transmitiendo correctamente el mensaje pretendido por el caricaturista, esa crítica editorial no fue el caso con respecto a esta caricatura. Para ser claro, ha habido ocasiones en las que se han rechazado bocetos o se han solicitado revisiones, pero nunca por el punto de vista inherente en el comentario de la caricatura. Eso cambia las reglas del juego… y es peligroso para una prensa libre.
(borrador de la caricatura censurada)
A lo largo de los años he visto a mis colegas en el extranjero arriesgar sus medios de vida e incluso sus vidas para exponer injusticias y hacer responsables a los líderes de sus países. Como miembro del consejo asesor de la Fundación de Caricaturistas por la Libertad con sede en Ginebra y ex miembro de la junta directiva de Cartoonists Rights, creo que los caricaturistas editoriales son vitales para el debate cívico y tienen un papel esencial en el periodismo.
Habrá quienes digan: “Oye, trabajas para una empresa y esa empresa tiene derecho a esperar que los empleados se adhieran a lo que es bueno para la empresa”. Eso es cierto, excepto que estamos hablando de organizaciones de noticias que tienen obligaciones públicas y que están obligadas a fomentar una prensa libre en una democracia. Los propietarios de dichas organizaciones de prensa son responsables de salvaguardar esa prensa libre, y tratar de congraciarse con un autócrata en ciernes solo resultará en socavar esa prensa libre.
Como caricaturista editorial, mi trabajo es hacer responsables a personas e instituciones poderosas. Por primera vez, mi editor me impidió hacer ese trabajo crítico. Por eso he decidido dejar The Washington Post. Dudo que mi decisión cause mucho revuelo y que sea desestimada porque solo soy un caricaturista. Pero no dejaré de decirle la verdad al poder a través de mis caricaturas, porque como dicen, “La democracia muere en la oscuridad”.
Gracias por leer esto.
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