Nuevas fábricas de energía solar y vehículos eléctricos en EE. UU. enfrentan un desafío familiar: China.



La administración de Biden ha comenzado a inyectar más de $ 2 billones en fábricas e infraestructura estadounidenses, invirtiendo sumas enormes para intentar fortalecer la industria estadounidense y combatir el cambio climático. Sin embargo, el esfuerzo enfrenta una amenaza familiar: una ola de productos baratos de China. Esto ha llamado la atención del presidente Biden y sus asesores, quienes están considerando nuevas medidas proteccionistas para garantizar que la industria estadounidense pueda competir contra Beijing.

Como las fábricas estadounidenses se preparan para producir vehículos eléctricos, semiconductores y paneles solares, China está inundando el mercado con productos similares, a menudo a precios significativamente más bajos que los competidores estadounidenses. Una afluencia similar también está golpeando el mercado europeo.

Ejecutivos y funcionarios estadounidenses argumentan que las acciones de China violan las reglas de comercio global. Las preocupaciones están generando nuevos llamamientos en Estados Unidos y Europa para imponer aranceles más altos a las importaciones chinas, lo que podría intensificar una relación económica ya controvertida entre China y Occidente.

Las importaciones chinas reflejan una ola que socavó los esfuerzos de la administración Obama para impulsar la fabricación de paneles solares domésticos después de la crisis financiera de 2008 y llevó a algunas nuevas empresas estadounidenses a la quiebra. La administración hizo respondió con aranceles al equipo solar de China, provocando una disputa en la Organización Mundial del Comercio.

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