Noruega es indudablemente un pionero en vehículos eléctricos, pero esta revolución eléctrica ha tomado tres décadas en realizarse.
“Empezó ya en los años 1990”, dice Christina Bu, la secretaria general de la Asociación Noruega de Vehículos Eléctricos, mientras me llevaba a dar una vuelta por Oslo en una minivan eléctrica.
“Poco a poco gravando más a los coches de gasolina y diésel, haciéndolos mucho más caros de comprar, mientras que los coches eléctricos han sido exentos de impuestos”.
El apoyo a los vehículos eléctricos fue introducido por primera vez para ayudar a dos fabricantes noruegos de primeros coches eléctricos, el Buddy (anteriormente Kewet) y TH!NK City. Aunque ambos quebraron, los incentivos para vehículos más ecológicos permanecieron.
“Nuestro objetivo es ver que siempre sea una buena y viable elección, elegir cero emisiones”, dice la Viceministra de Transporte de Noruega, Cecilie Knibe Kroglund.
A pesar de ser un importante productor de petróleo y gas, Noruega tiene como objetivo que todos los coches nuevos vendidos sean “cero emisiones”, comenzando en algún momento en 2025. Un objetivo no vinculante fue establecido en 2017, y ese hito ahora está al alcance.
“Estamos acercándonos a la meta, y creo que la alcanzaremos”, agrega Kroglund. “Creo que ya hemos hecho la transición para los coches de pasajeros”.