No se trata de cuánto dinero ganas.

El autor (no aparece en la imagen) enseñó a sus hijos sobre la riqueza financiera a través de la inversión. Kate_sept2004/Getty Images

Observé a mi madre estirar cada dólar, por lo que aprendí cómo construir una verdadera riqueza.

Construí una carrera en finanzas, aprendiendo a hacer crecer mi dinero con el tiempo.

Ahora me aseguro de que mis hijos no se preocupen tanto por sus salarios y en cambio ahorren e inviertan.

Todavía puedo imaginar a mi madre sentada en la mesa de la cocina, sus manos clasificando metódicamente montones de facturas. Había un ritmo tranquilo en su trabajo: escribir cheques, equilibrar el libro de cuentas, estirar cada dólar para asegurarse de que hubiera suficiente para alimentos, servicios públicos y lo inesperado.

No lo entendía completamente en ese momento, pero estaba viendo algo poderoso desplegarse. Mi madre no solo estaba pagando facturas, sino asegurando que nuestra familia se mantuviera a flote.

No hablamos formalmente de dinero, pero ella me enseñó la importancia de la disciplina, la planificación, y hacer que cada centavo cuente a través de sus acciones.

Aunque hacía que la gestión financiera pareciera fácil, sabía en el fondo que el dinero siempre estaba ajustado. La vi estresarse por gastos inesperados y preocuparse cuando los precios subían. Mis padres nunca ganaron mucho, pero de alguna manera, nunca nos faltó nada.

A medida que crecía, me di cuenta de que mientras mi madre había dominado el arte de estirar un dólar, lo que faltaba era un camino para construir riqueza, no solo sobrevivir, sino prosperar. Esa realización me llevó a un viaje que definiría el trabajo de mi vida.

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Quería aprender cómo hacer crecer el dinero, y esa curiosidad me llevó a una carrera en finanzas. Después de la universidad, comencé a trabajar como corredor de bolsa, adentrándome en un mundo donde el dinero no se estiraba cuidadosamente, sino que era algo con lo que se jugaba, se arriesgaba y se multiplicaba para aquellos que conocían las reglas.

Más tarde, me convertí en director de presupuesto de la Ciudad de Ocala, Florida, manejando cientos de millones de dólares. Había alcanzado un nivel de éxito financiero que mi madre nunca podría haber imaginado, sin embargo, veía las mismas luchas que ella enfrentaba desarrollándose a una escala más grande.

Vi a profesionales con altos ingresos vivir de cheque en cheque porque gastaban todo lo que ganaban. Vi presupuestos gubernamentales tensos porque nadie había planeado para caídas inevitables.

No importaba si alguien estaba manejando las finanzas del hogar o las inversiones corporativas, los principios de control financiero eran los mismos. Sin disciplina y una estrategia a largo plazo, el dinero desaparecía.

No quería que mis hijos aprendieran sobre el dinero de la manera difícil, cometiendo errores costosos antes de finalmente entenderlo en sus 30 o 40 años. Quería que comenzaran con el conocimiento que me llevó años adquirir.

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Así que los senté y comencé a enseñarles las lecciones que mi madre nunca tuvo la oportunidad de compartir, aquellas que pasé toda mi carrera aprendiendo.

Les enseñé que el presupuesto no era solo para sobrevivir; era la base para todo lo demás. Les mostré cómo construir riqueza, no solo administrar gastos. Hablamos sobre invertir desde temprano, el poder del interés compuesto y cómo crear libertad financiera.

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No quería que mis hijos gastaran cada dólar que ganaban. Les expliqué que ganar más dinero no era la clave para la riqueza, sino conservarlo y hacerlo crecer.

Quería que comprendieran que el verdadero éxito financiero no se trataba de cuánto ganabas sino de cuánto conservabas, invertías y permitías que creciera con el tiempo. Les dije que empezaran de forma sencilla e invirtieran en fondos indexados de bajo costo. Lo configuraron en un plan mensual (costo promedio en dólares) para seguir invirtiendo independientemente de las condiciones del mercado.

Comenzaron a presupuestar de forma independiente, abriendo cuentas de inversión y pensando estratégicamente sobre el dinero. Ahora que he dado la bienvenida a nietos al mundo, sé que mi responsabilidad no es solo proveer para ellos, sino transmitir el conocimiento que puede garantizar sus futuros.

Quiero que mis nietos vean el dinero no como una fuente de estrés, sino como una herramienta que les brinde opciones. Quiero que tengan la libertad de viajar, explorar y correr riesgos sin miedo financiero. Sobre todo, quiero que comprendan que la seguridad financiera no es algo en lo que tropieces; es algo que construyes, una decisión a la vez.

Las lecciones que enseño a mis hijos y nietos son las mismas que aprendí observando a mi madre en la mesa de la cocina. La diferencia es que en lugar de simplemente descubrir cómo llegar al próximo cheque, puedo mostrarles cómo crear un futuro donde el trabajo sea opcional, la seguridad esté garantizada y la libertad financiera sea suya para reclamar.

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