La alianza de izquierda Nuevo Frente Popular (NFP), quien ganó la mayoría de los escaños en las elecciones parlamentarias, había criticado previamente la decisión de Macron de nombrar al centrista Barnier como primer ministro en lugar de su propio candidato. Junto al partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN), consideraron inaceptable el presupuesto de Barnier, que incluía 60.000 millones de euros en reducción del déficit. Marine Le Pen, líder de RN, dijo que el presupuesto era “tóxico para los franceses”. Antes de la votación, Barnier dijo a la Asamblea Nacional que destituirlo no resolvería los problemas financieros del país. “Hemos llegado a un momento de verdad, de responsabilidad”, dijo, añadiendo que “debemos mirar las realidades de nuestra deuda”. “No presenté casi exclusivamente medidas difíciles porque quise”. En una entrevista con el canal de televisión francés TF1 el miércoles, Le Pen dijo que “no hay otra solución” que remover a Barnier. Cuando le preguntaron sobre las perspectivas del presidente francés, respondió: “No estoy pidiendo la dimisión de Emmanuel Macron”. Sin embargo, muchos de sus aliados esperan cada vez más abiertamente poder forzar su renuncia. El asesor de RN, Philippe Olivier, dijo a Le Monde que el presidente era “un monarca republicano caído, avanzando con la camisa abierta y una soga alrededor de su cuello hasta la próxima disolución del parlamento”. No se pueden celebrar nuevas elecciones parlamentarias hasta julio, por lo que el actual bloqueo en la Asamblea – donde ningún grupo puede esperar tener una mayoría de trabajo – continuará.
