Luchando con el turismo masivo en las Islas Baleares de España

Cada año, casi 800,000 turistas deambulan por los callejones de Binibeca Vell, un pequeño pueblo encalado apodado “el Mykonos español” por su parecido con la famosa isla griega que atrae a grandes multitudes de visitantes.

Binibeca Vell, en la isla de Menorca, está situada en una pequeña bahía con aguas turquesas centelleantes, y el pintoresco pueblo se ha convertido en un importante reclamo para los visitantes de las Islas Baleares del Mediterráneo español.

Una bonanza para los operadores turísticos rápidos en promover el atractivo de cuento de hadas de este pueblo, diseñado por el arquitecto catalán Francisco Barba Corsini, la multitud es una fuente de irritación para los lugareños obligados a soportar el comportamiento grosero de algunos visitantes.

“Todos quieren venir aquí a sacarse una foto”, dijo Monge, cuya asociación representa a los propietarios en esta comunidad residencial privada que fue establecida en 1972.

“Detrás de él hay un cartel pidiendo a los visitantes que sean ‘respetuosos’ y ‘tranquilos’.

“Recientemente los residentes decidieron limitar el acceso a sus calles pintorescas, con visitantes solo permitidos entre las 11:00 a.m. y las 8:00 p.m.

Y el 15 de agosto, votarán sobre si ir aún más lejos y prohibir a los visitantes por completo.

Pero la iniciativa ha generado debate.

“Es bueno limitar a los visitantes por la noche. Pero si el pueblo está totalmente cerrado, tendrá un efecto negativo en los negocios”, dijo María Neyla Ramírez, quien dirige el restaurante El Patio y espera ver “un poco de flexibilidad”.

Y aunque muchos visitantes lo entienden, también quieren seguir viniendo.

“Monge insiste en que es posible tener un equilibrio.

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“El pueblo no puede tener ‘autobús tras autobús’ de turistas entrando ‘sin ningún tipo de regulación’, dijo, esperando que las restricciones aumenten la conciencia.

“Las islas Baleares han alcanzado su límite”, dijo la líder regional Marga Prohens del conservador Partido Popular (PP) la semana pasada.

Dijo que el “impacto social negativo” debería tenerse en cuenta para hacer que el turismo sea “compatible con la vida de los residentes”.

Al final de mayo, varios millones de personas salieron a la calle en Mallorca, Menorca e Ibiza — las tres principales islas baleares — para exigir medidas que limiten el overturismo bajo el lema: “Nuestras islas no están en venta”.