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Las historias que importan sobre dinero y política en la carrera por la Casa Blanca
No es particularmente de moda señalar cuando Donald Trump acierta en algo (ya sea accidentalmente o no). Pero para dejar constancia, en 2021 tenía razón sobre las criptomonedas. Dos años antes había señalado que las criptomonedas “no son dinero” y que su valor se basa en “aire”. El expresidente dijo que bitcoin “parece una estafa”, sugirió que las criptomonedas eran “un desastre esperando a suceder” y afirmó que “los bitcoins del mundo” deberían ser regulados “muy, muy alto”.
Eso fue menos de un año antes de que el mundo de las criptomonedas se desplomara espectacularmente. A partir de mayo de 2022, una serie de intercambios, tokens y otros proyectos de criptomonedas colapsaron en rápida sucesión, borrandos decenas de miles de millones de dólares en supuesto “valor” de la noche a la mañana. Los precios de las criptomonedas y el mercado de los “NFT” – un tipo de token digital que es igual de inútil que cualquier otro pero finge lo contrario – se desplomaron. Los reguladores no solo habían estado fallando en regular las criptomonedas “muy, muy alto”; habían estado dormidos al volante. En diciembre de ese año, el criminal más notorio de las criptomonedas, el hombre conocido como SBF, fue arrestado por cargos de fraude y conspiración por los que más tarde recibiría una sentencia de 25 años de prisión.
Pero Trump, lamentablemente, ya no tiene razón sobre las criptomonedas. A medida que el mercado se recuperaba, de repente pasó de “no ser un fan” a parecer estar bastante enamorado.
El mes pasado prometió detener la cruzada de Joe Biden para aplastar las criptomonedas y dijo que apoyaría el derecho a la auto-custodia, un lenguaje técnico que suena muy diferente a algo que Trump habría inventado. “A los 50 millones de holders de criptomonedas de la nación les digo esto”, le dijo a una multitud en una convención libertaria. “Mantendré a Elizabeth Warren y a sus secuaces alejados de su bitcoin”.
Sonaba sospechosamente como si Trump hubiera estado teniendo conversaciones profundas con la industria de las criptomonedas. De hecho, hace unas semanas organizó un grupo de mineros de bitcoin y ejecutivos de la industria en su club privado/residencia permanente Mar-a-Lago. Uno de los presentes, el CEO de BTC Inc, dijo a CNBC que “como industria estamos comprometidos a recaudar más de $100 millones y movilizar a más de 5,000,000 de votantes para el esfuerzo de reelección de Trump”. Se puede entender por qué Trump podría haber encontrado sus argumentos tan persuasivos.
No hay ni siquiera un intento de ocultar la compra de influencia; todo lo contrario, de hecho. El martes, el congresista en funciones de Nueva York Jamaal Bowman fue derrotado en la elección primaria más cara de la historia del partido Demócrata. Un crítico vocal de Israel, que perdió contra un rival pro-israelí, también votó en contra de proyectos de ley pro-criptomonedas. Después, Tyler Winklevoss – quien junto con su hermano gemelo Cameron dirige el intercambio de criptomonedas Gemini – se regodeó en X: “Los políticos en todas partes necesitan entender que esto es lo que sucede cuando te enfrentas al ejército de las criptomonedas”.
La semana pasada, los gemelos Winklevoss donaron $1 millón cada uno a la campaña de Trump (una parte de la cual ha sido reembolsada por exceder las reglas de contribución individual máxima), llamándolo la elección “pro-cripto”. También han donado $4.9 millones a un super PAC pro-cripto, llamado “Fairshake”. Esto ya ha recaudado más de $177 millones, siendo el segundo solo detrás del super PAC “Make America Great Again”, con poco más de $178 millones.
Fairshake fue uno de los grandes contribuyentes de la primaria de Nueva York del martes, gastando más de $2 millones en anuncios dirigidos a Bowman. Junto con los hermanos Winklevii, varios otros multimillonarios de las criptomonedas y sus empresas han contribuido con grandes sumas a Fairshake, incluida la firma de criptomonedas Ripple, que ha donado una cantidad considerable de $45 millones; la bolsa de criptomonedas Coinbase, con poco más de $45 millones; y el “optimista tecnológico” Marc Andreessen y su socio comercial Ben Horowitz, quienes entre los dos y su negocio han donado casi $70 millones.
Según datos compilados por AdImpact, Fairshake y sus super PACs pro-cripto afiliados, “Defender los empleos americanos” y “Proteger el progreso”, ya han gastado más de $37 millones en anuncios en las primarias. Muchos de los candidatos amigos de las criptomonedas que respaldan han ganado sus respectivas carreras en la Cámara y el Senado.
Deberíamos estar muy preocupados por la influencia y el alcance de este lobby de las criptomonedas en rápida expansión. Aparte de todo, los lobistas no representan los intereses de los holders de criptomonedas de Estados Unidos. Los reguladores no van tras los inversores minoristas, sino tras las firmas de criptomonedas cuyos fundadores han ganado miles de millones a expensas de esos inversores minoristas.
Su lealtad hacia los políticos parece ser igualmente desigual. Y la idea de que un grupo de ejecutivos de bitcoin pueda proporcionarle a Trump 5 millones de votantes es una farsa que incluso él debe ser capaz de ver.
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