Cuando nací en 1946, Lima albergaba a 640.000 personas. Ahora, a punto de cumplir 77 años en 2023, Lima es una ciudad de 10 millones. La población ha crecido más de 15 veces. En cierto sentido, podríamos decir que he sobrevivido junto a la ciudad. Conozco los 43 distritos y municipios, y puedo decir con verdadero orgullo que he sufrido pero también me he deleitado en esta ciudad gris y adormecida. Como lo describe Herman Melville en “Moby Dick”:
“No es solo el recuerdo de sus terremotos que tumban catedrales; ni los estampidos de sus mares frenéticos; ni la falta de lágrimas de sus cielos áridos que nunca llueven; ni la vista de su amplio campo de agujas inclinadas, capiteles retorcidos y cruces todas caídas (como los mástiles inclinados de una flota anclada); y las avenidas suburbanas con paredes de casas apiladas unas sobre otras, como un mazo de cartas lanzado; no son solo estas cosas las que hacen de Lima, sin lágrimas, la ciudad más extraña y triste que puedas ver. Lima ha adoptado el velo blanco; y hay un horror más profundo en esta blancura de su pesar”.
Imagina un desierto arenoso que se extiende a lo largo del Océano Pacífico. Esta deplorable costa está atravesada por un río, el Rímac. En medio del oasis creado allí hay una metrópoli, incierta, alegre, tan civilizada, algo aislada del mundo. La exuberante flora tropical contradice el hecho de que aquí no llueva: la proximidad al mar hace que el aire húmedo haga brotar nuevos brotes y brotes durante todo el año.
A pesar, o quizás debido a, sus muchas facetas y complejidades, Lima y Perú han sido representados e imaginados de diversas formas desde la fundación oficial de la ciudad por Francisco Pizarro en 1535, y los cuatro siglos siguientes han presenciado numerosas visiones, historias e interpretaciones. Yo mismo he abordado Lima desde diferentes puntos de vista: he escrito historias sobre jóvenes en los márgenes, en los barrios obreros de Lima, y también, como hijo de padres japoneses que se establecieron en Perú, he ambientado a los nikkeis limeños en la ficción.
¿Qué debería leer antes de hacer las maletas?
Varios autores ofrecen valiosas ideas sobre el pasado complejo de Perú y Lima. Comencemos con Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616). Era hijo de un capitán español y una palla, miembro de la realeza incaica, lo que lo convierte en mestizo. Se le considera el primer peruano, espiritualmente hablando. Su libro “Comentarios Reales de los Incas” y “Historia General del Perú”, sobre los orígenes de los incas, los reyes de Perú y sus formas de adoración, leyes y gobierno en tiempos de paz y guerra, fue publicado por primera vez en Lisboa en 1609. Fue muy exitoso y todavía está disponible hoy en día. Hoy sabemos que la visión de De la Vega sobre los Incas era idealizada.
Otro autor esencial en la literatura peruana es Ricardo Palma (1833-1919). Su obra “Tradiciones Peruanas” consta de cuatro volúmenes de crónicas sobre los incas, la conquista, el periodo del virreinato, la lucha por la independencia y la era republicana, todo narrado desde su punto de vista en Lima. Palma es ligero, irónico, divertido y anticlerical por naturaleza, y en su escritura se burla de las suntuosas interioridades de los virreyes y cortesanas.