BRASILIA, Brasil (AP) — Titular de una quinta parte del agua dulce del mundo, el Amazonas está comenzando la temporada seca con muchos de sus ríos ya en niveles críticamente bajos, lo que lleva a los gobiernos a anticipar medidas de contingencia para abordar problemas que van desde la navegación interrumpida hasta el aumento de incendios forestales.
“La Cuenca del Amazonas está enfrentando una de las sequías más severas de los últimos años en 2024, con impactos significativos en varios países miembros,” indicó una nota técnica emitida el miércoles por la Organización del Tratado de Cooperación Amazónico, que incluye a Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela.
En varios ríos del suroeste del Amazonas, los niveles de agua son los más bajos registrados para esta época del año. Históricamente, los meses más secos son agosto y septiembre, cuando los incendios forestales y la deforestación alcanzan su punto máximo. Hasta ahora, los países más afectados son Bolivia, Perú y Brasil, según ACTO.
El lunes, la agencia federal de agua de Brasil decretó escasez de agua en dos grandes cuencas, Madeira y Purus, que cubren un área casi del tamaño de México. Al día siguiente, el estado de Acre declaró una emergencia debido a una inminente escasez de agua en su ciudad principal. En junio, el estado vecino de Amazonas adoptó la misma medida en 20 de sus 62 municipios, que en su mayoría solo son accesibles por agua o aire, incluso en tiempos normales.
Estos pasos se tomaron más de dos meses antes que en 2023, cuando la mayor parte de la cuenca amazónica sufrió su peor sequía registrada, matando a decenas de delfines de río, ahogando ciudades con humo durante meses e aislando a miles de personas que dependían del transporte fluvial. Las medidas se utilizan para aumentar la supervisión, movilizar recursos y personal, y solicitar ayuda federal.
La profundidad del río Madeira, uno de los mayores afluentes del Amazonas y una importante vía fluvial para la soja y el combustible, descendió por debajo de los 3 metros cerca de Porto Velho el 20 de julio. En 2023, eso ocurrió el 15 de agosto. La navegación ha sido limitada durante la noche, y dos de las mayores plantas hidroeléctricas de Brasil pueden detener la producción, como sucedió el año pasado.
En el pueblo de Envira, en Amazonas, los ríos cercanos se han vuelto demasiado bajos para navegar. Los funcionarios locales han pedido a los ancianos y mujeres embarazadas que se trasladen de las comunidades ribereñas al centro de la ciudad porque de lo contrario la ayuda médica podría no llegar a ellos. Los agricultores que producen harina de yuca no pueden llevarla al mercado. Como resultado, este alimento básico del Amazonas ha duplicado su precio, según la administración local.
Otra preocupación es el fuego. Hubo alrededor de 25,000 incendios desde enero hasta finales de julio, la mayor cantidad para este período en casi dos décadas. En el Amazonas, los incendios son en su mayoría provocados por humanos y se utilizan para gestionar pastizales y limpiar áreas deforestadas.
En Acre, la sequía ya ha causado escasez de suministro de agua en varias áreas de su capital, Rio Branco. Estas comunidades ahora dependen de agua en camión, un problema experimentado el año anterior. Entre las dos sequías, 19 de los 22 municipios del estado sufrieron graves inundaciones.
“Han sido dos años seguidos de eventos extremos,” dijo Julie Messias, secretaria de Medio Ambiente de Acre, a The Associated Press. “El resultado es que nos enfrentamos a una amenaza de escasez de alimentos. Primero, los cultivos fueron inundados, y ahora el periodo de siembra es muy seco.”
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