La lucha por reunir a los niños con sus familias en la devastada por la guerra Gaza.

Con tantas personas desaparecidas, muchos acuden al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en busca de ayuda. Requiere información detallada y contrasta esta con fuentes a las que puede acceder, como listas de hospitales y nombres de detenidos liberados.

Más de 8,300 casos han sido reportados a la organización, pero solo alrededor de 2,100 han sido cerrados. De estos, solo un pequeño número ha llevado a reunificaciones familiares.

“Las personas están en el limbo: no saben si su familiar está vivo, si están heridos o en el hospital, si están atrapados bajo los escombros o si los volverán a ver”, dice Sarah Davies del CICR.

Los médicos y el personal de los hospitales también juegan un papel en tratar de conectar a sus pacientes con sus seres queridos.

Hace casi un año, la BBC filmó a un recién nacido que fue entregado por cesárea después de que su madre muriera en un ataque aéreo israelí. Los médicos llamaron a la niña “la hija de Hanna Abu Amsha” y mantuvieron información sobre ella con la esperanza de que sus familiares pudieran localizarla.

Recientemente, la guardería del Hospital de Mártires de Al-Aqsa en Deir al-Balah nos dijo que la beba finalmente fue entregada a su padre y se encontraba bien.

Días después de la reunión de la familia Masri, un periodista local que colaboraba con la BBC visitó a Kawther y sus nietos en el campamento de desplazados al-Mawasi donde ahora viven en una tienda. Con ayuda escasa, Unicef les había proporcionado alimentos y medicamentos adicionales.

Las niñas también tenían chaquetas calientes, algo de protección contra las bajas temperaturas que han llevado a la muerte de varios bebés por hipotermia, incluido en el campamento en la costa, cerca de la ciudad de Khan Younis.

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Aunque Kawther está aliviada de tener a los niños con ella, aún no siente que estén seguros. Se preocupa por cómo cuidarlos y por su salud mental.

“Están en shock”, dice. “No importa cuánto intentemos distraer a las niñas y evitar hablar de la guerra, de vez en cuando se pierden en sus pensamientos.”

“Cuando cae la noche, tienen miedo. Dicen: ‘Hay un avión, hay un ataque.’ Me preguntan: ‘¿Es de día?’ y solo cuando amanece, comienzan a sentirse tranquilas.”

Kawther dice que espera desesperadamente un alto el fuego y que sus nietos reconstruyan sus vidas. No quieren formar parte de una generación perdida.