Todo se mezcla. La mochila multicolor del niño. Una zapatilla de correr. Una olla de acero perforada por metralla. Pedazos de camas, sillas, cocinas, lámparas; los cristales de ventanas rotas, espejos, vasos. Retazos de ropa.
Estos últimos artículos hechos jirones, cubiertos de polvo, pueden ser marcadores. A menudo pertenecen a los muertos que yacen cerca de la superficie de los escombros.
“Desde que las fuerzas de ocupación israelíes se retiraron de Rafah, hemos recibido alrededor de 150 llamadas de civiles sobre la presencia de los cuerpos de sus parientes debajo de las casas”, dice Haitham al-Homs, director de Servicios de Emergencia y Ambulancias de la agencia de Defensa Civil en Rafah, en el extremo más sur de la Franja de Gaza.
Las autoridades de salud palestinas estiman que hay 10,000 personas desaparecidas. Cuando no hay un marcador obvio como ropa en la superficie, los equipos de búsqueda se basan en información de familiares y vecinos, o siguen el olor a muerte que irradia de los escombros.
ADVERTENCIA: Esta historia contiene contenido angustiante