Las autoridades kenianas han oscilado entre negar cualquier conocimiento de la operación y mantenerse en silencio, mientras que los funcionarios de Uganda dicen que se compartió mucha inteligencia entre los dos países.
“El gobierno de Uganda estuvo en contacto con el gobierno de Kenia. De lo contrario, ¿cómo podrías arrestar a alguien en medio de Nairobi y luego llevarlo de vuelta a Uganda, ya sea a través del aeropuerto o por tierra, sin el pleno conocimiento y apoyo del estado en Kenia?” El ministro de Información Baryomunsi le dijo a la televisión NBS de Uganda.
Muchos kenianos están preguntando sobre la naturaleza de los lazos de seguridad entre los dos países y si hubo una divulgación completa de que Besigye sería acusado en un tribunal militar.
El martes pasado, el ministro interino de Asuntos Exteriores de Kenia, Musalia Mudavadi, se abstuvo de dar respuestas claras a los periodistas, rogando que su país no fuera juzgado “demasiado severamente”.
Mudavadi, quien también es el ministro interino del Interior, dijo que Kenia era un país abierto, que permitía “mucho margen de maniobra”. Pero advirtió a los extranjeros que no causaran una ruptura entre Kenia y sus países de origen.
Dijo que el asunto de Besigye se resolvería diplomáticamente, describiendo a Uganda como “socio fuerte” de Kenia.
El reconocimiento por parte de Uganda de que Kenia estuvo involucrada en el secuestro ha dejado al gobierno keniano enfrentando una reacción negativa tanto en Uganda como en su país.
Algunos ugandeses han realizado protestas frente a la embajada de Kenia en Kampala, mientras que otros han amenazado con boicotear las marcas kenianas.
La detención de Besigye sigue a una serie de secuestros y desapariciones de alto perfil en Kenia, incluida la deportación forzada de cuatro refugiados turcos a Ankara, donde enfrentaron acusaciones de conspirar contra el presidente Recep Tayyip Erdogan.
Reportaje adicional de Alan Kasujja