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Los países en la cumbre climática de las Naciones Unidas en Bakú acordaron finalmente las reglas generales para lanzar mercados de comercio de carbono, casi una década después de que se propusiera por primera vez.
El acuerdo aprobado en la cumbre climática COP29 de la ONU el sábado por la noche permitirá a los países y empresas comerciar créditos por reducciones en las emisiones de carbono para compensar su huella de carbono.
El mecanismo de comercio de carbono fue esbozado por primera vez en el acuerdo de París de 2015 sobre la limitación del cambio climático, como una forma para que los contaminadores paguen a otros países para reducir las emisiones en su nombre.
Pero ha sido controversial debido a los temores de que no resulte en la prometida eliminación de carbono de la atmósfera.
El jefe de la delegación de un grupo de países muy arbolados, incluidos Bolivia y la República Democrática del Congo, Kevin Conrad, dijo que “regulados correctamente, los mercados pueden convertirse en una fuerza para el bien y comenzar a revertir los fracasos del mercado que causan destrucción ambiental y atmosférica”.
El nacimiento del mercado provocó aplausos y ovaciones de pie por parte de los negociadores de la ONU en la primera sesión del plenario final, en un raro avance en la cumbre que de otro modo estaba al borde del colapso.
Los Estados y las empresas podrán comerciar créditos que representen una tonelada de dióxido de carbono ahorrada o retirada de la atmósfera, bajo mecanismos sujetos a una supervisión laxa por parte de la ONU y diseñados para evitar la doble contabilización de las reducciones de emisiones.
El acuerdo final superó una disputa sobre un registro propuesto por la ONU para rastrear el flujo de reclamos de emisiones, con Estados Unidos obligado a comprometerse sobre cuánto poder debería tener este registro.
El país anfitrión, Azerbaiyán, hizo de la cuestión del comercio de emisiones de carbono una prioridad, presionando con éxito en el primer día de la cumbre de dos semanas para que los países adoptaran un elemento inicial del mercado global.
En las negociaciones posteriores para establecer las reglas, hizo que los participantes superaran sus desacuerdos. Esto incluyó una serie de compensaciones entre exigir una contabilidad más rigurosa y facilitar el camino para poner en marcha el mercado, con un libro de reglas sobre los principios de cómo se deben comerciar, contar y verificar los créditos.
Los países y empresas se aprovecharon del lanzamiento prospectivo del mercado firmando acuerdos preliminares en las últimas semanas. El comerciante de materias primas Trafigura anunció un proyecto de carbono “piloto” para ayudar a Mozambique a desarrollar proyectos de restauración de carbono.
Algunos expertos advirtieron, sin embargo, que el nuevo mercado podría enfrentar muchas de las mismas acusaciones de lavado verde que han afectado el comercio no regulado de créditos entre empresas. Esto ha provocado que los mercados voluntarios de créditos se reduzcan de $1.4 mil millones en 2022 a $1.1 mil millones el año pasado, según estimaciones de los Mercados de Carbono de MSCI.
“El acuerdo deja mucha confianza en manos de [los países], lo cual es un problema porque las reglas en sí mismas aún no están alineadas con cero emisiones netas”, dijo Injy Johnstone, investigadora de la Universidad de Oxford.
Las preocupaciones fueron eco de Isa Mulder de Carbon Market Watch, quien dijo que el acuerdo “peligrosamente laxo y opaco” consagraba un enfoque de “vale todo”.
Los expertos en mercados de carbono de la ONU continuarán discutiendo qué tipos de créditos pueden comprar los países. Por ejemplo, algunos países desearían vender créditos vinculados a dióxido de carbono hipotético que no se emite, por ejemplo, al proteger un bosque, cerrar una mina de carbón o cocinar en una estufa usando gas en lugar de leña como combustible, para cancelar emisiones reales de gases de efecto invernadero.
Algunos expertos señalan que estos tipos de créditos podrían llevar, en última instancia, a más dióxido de carbono en la atmósfera, en parte porque podría reducir el incentivo para que los contaminadores hagan planes para reducir sus emisiones subyacentes.
Un negociador describió las discusiones como “muy, muy duras” antes de llegar finalmente a un enfoque de “comprador tenga cuidado” que se basará principalmente en la transparencia para avergonzar a los países que caigan en malas prácticas.
El dinero recaudado por los acuerdos de carbono podría ayudar a contribuir a las necesidades de financiamiento climático de los países más pobres, que los economistas estimaron en $1.3 billones al año.
Pero otros expresaron cautela sobre las soluciones proporcionadas por el comercio de emisiones de carbono. La ministra de Medio Ambiente de Brasil, Marina Silva, dijo que no era una “panacea” para aumentar la financiación a los países en desarrollo.
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