Un video citado por Reuters mostró a los rebeldes disparando el candado de la puerta de la prisión de Saydnaya y utilizando más disparos para abrir puertas cerradas que conducían a las celdas. Los hombres salieron a los pasillos.
Otro metraje, que la agencia de noticias Reuters dice que fue tomado en las calles de Damasco, parece mostrar a prisioneros recién liberados corriendo por la calle.
En él, uno le pregunta a un transeúnte qué pasó.
“Derrocamos al régimen”, responden, provocando una risa emocionada del ex prisionero.
De todos los símbolos de la naturaleza represiva del régimen de Assad, la red de prisiones en las que aquellos que expresaban cualquier forma de disidencia eran desaparecidos proyectaba la sombra más larga y oscura.
En Saydnaya, la tortura, la agresión sexual y la ejecución masiva fueron el destino de miles. Muchos nunca volvieron a emerger, con sus familias a menudo sin saber durante muchos años si estaban vivos o muertos.
Uno de los que sobrevivieron al tormento, Omar al-Shogre, contó a la BBC el domingo sobre lo que sufrió durante tres años de encarcelamiento como adolescente.
“Sé el dolor, sé la soledad y también la desesperanza que sientes porque el mundo te deja sufrir y no hace nada al respecto”, dijo.
“Obligaron a mi primo al que quería mucho a torturarme y me obligaron a torturarlo. De lo contrario, ambos seríamos ejecutados”.