El presidente de Francia dejó la política a un lado durante los Juegos Olímpicos de París y tardó 60 días en nombrar a un primer ministro. Como muchos personas encantadoras y listas, Emmanuel Macron está acostumbrado a salirse con la suya. Aún a sus 46 años, el elegante líder de Francia puede ya mirar hacia atrás en una brillante carrera llena de obstáculos evitados o superados. Una ascensión meteórica, la transformación del panorama político de Francia, la formación de su propio partido triunfante, asegurar la presidencia dos veces, sofocar las protestas de los chalecos amarillos, la reforma de las pensiones y los gloriosos Juegos Olímpicos de París de este verano. “Es increíblemente inteligente, un trabajador muy duro, dinámico y creativo”, concedió un exministro, Jean-Michel Blanquer, en una reciente entrevista en un periódico francés, a pesar de haber tenido desacuerdos con el presidente.