El calor extremo es uno de los problemas más mortales del cambio climático, aunque recibe menos atención que otros efectos como huracanes e inundaciones, advirtieron el jueves dos de las principales organizaciones humanitarias del mundo.
El año 2023 fue el más caluroso registrado, con temperaturas en aumento que afectan especialmente a las poblaciones más vulnerables: los ancianos, trabajadores al aire libre y aquellos que no tienen acceso a sistemas de enfriamiento como aires acondicionados.
La Cruz Roja y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional emitieron sus advertencias contra el “asesino invisible” del calor extremo en una cumbre virtual, tras la salida de los Estados Unidos de su invierno más caluroso registrado.
“Estamos exhortando a gobiernos, sociedades civiles, jóvenes y a todas las partes interesadas a tomar medidas concretas en todo el mundo para ayudar a preparar a países y comunidades para el calor extremo”, dijo Jagan Chapagain, secretario general de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
La jefa de la USAID, Samantha Power, advirtió que en los Estados Unidos, “el calor ya es más mortal que huracanes, inundaciones y tornados juntos”.
“Estamos exhortando a las agencias de desarrollo, filántropos y otros donantes a reconocer la amenaza que el calor extremo representa para la humanidad y destinar recursos para ayudar a las comunidades a resistir esa amenaza”, dijo.
Destacando los esfuerzos en curso para abordar las temperaturas extremas, Power dijo que la USAID estaba respaldando un programa para construir “escuelas resistentes al calor” en Jordania, utilizando “sistemas de calefacción y refrigeración pasiva, aislamiento térmico, ventanas de doble vidrio y aire acondicionado”.
Los efectos del cambio climático no se limitan a lugares ya calurosos como Oriente Medio: en Europa, el continente que más rápido se está calentando en el mundo, se estima que más de 60,000 personas murieron en olas de calor en 2022, señaló el enviado climático de EE. UU., John Podesta.
“La información y los servicios climáticos, incluidas las alertas tempranas, pueden salvar vidas y bienes”, agregó. “Pero un tercio de la población mundial no tiene acceso a esta información que salva vidas”.
Otros esfuerzos incluyen los de Freetown, la capital de Sierra Leona, donde se han plantado casi un millón de árboles desde 2020.
“Pero no debemos permitir que esta conversación exonere a nadie cuando se trata de reducir las emisiones”, dijo la alcaldesa de Freetown, Yvonne Aki-Sawyerr.
(AFP)