Antes de convertirse en sacerdote, Gustavo Gutiérrez había estudiado medicina y literatura en Perú, filosofía y psicología en Bélgica, y teología en Francia. Durante su tiempo en Europa, leyó las obras del filósofo alemán Karl Marx. Sus detractores a menudo decían que su énfasis en ayudar a los pobres era marxista y lo denunciaban como comunista. La teología de la liberación se volvió particularmente controvertida cuando sacerdotes que seguían una corriente radical de la teología de la liberación se unieron a movimientos revolucionarios como los sandinistas en Nicaragua, que derrocaron al gobierno dictatorial de la familia Somoza. Pero el Padre Gutiérrez mantuvo que sus enseñanzas estaban lejos de ser revolucionarias, sino más bien firmemente arraigadas en la Biblia. Argumentó que el clero tenía mucho que aprender de los fieles en las parroquias más pobres, quienes, dijo, demostraban día tras día cómo la esperanza podía surgir en medio del sufrimiento. En su libro La hermenéutica de la esperanza, recordó cómo había luchado contra una opinión prevalente entre muchos fieles en ese momento de que “nacemos para sufrir”. “Nadie nace para sufrir, sino para ser feliz”, escribió. “La pobreza es una construcción humana; hemos creado estas condiciones”. Descrito por sus feligreses como un “hombre humilde con una gran capacidad para hacer amigos”, combinó su trabajo como teólogo y conferenciante en las mejores universidades con su trabajo como sacerdote, oficiando bodas y realizando retiros. Félix Grández, un sociólogo peruano que conoció al Padre Gutiérrez por primera vez en un retiro espiritual en 1978, dijo que el sacerdote irradiaba “una felicidad que provenía de hacer el bien, de su dedicación a los pobres”. El Sr. Grández le dijo a la BBC que uno de los dones del sacerdote era destilar la teología en mensajes claros que atraían a los jóvenes, algo que dijo haber visto hacer al Padre Gutiérrez cuando ofició la boda del Sr. Grández y nuevamente en la de su hija. “Era conocido como teólogo, pero la forma en que conectaba con la gente era hablando de ajedrez, música tradicional, cine y su apoyo al club de fútbol Alianza Lima”. Otra feligresa que se casó con el Padre Gutiérrez dijo sentir una “inmensa gratitud por su vida y todo lo que ha contribuido a la Iglesia”.