La declaración de Moscú el viernes sobre la expulsión de seis diplomáticos británicos por presunto espionaje ha recibido una fuerte respuesta del Reino Unido, intensificando la animosidad entre Rusia y Occidente por la guerra en Ucrania.
Sin embargo, estos seis son solo un número pequeño en la historia de actos de expulsión entre Moscú y Londres, que han tenido un registro de estallidos de ira en las últimas décadas. Ambos lados han expulsado más de 20 a la vez, e incluso en un caso, más de 100.
Las expulsiones son movimientos frecuentemente de “ojo por ojo”, con un lado retaliando por el acto del otro, algo que la diplomacia rusa llama una “respuesta espejo”.
A continuación, un vistazo a algunos actos importantes de expulsión entre Londres y Moscú:
El ‘Caso Skripal’ en 2018
Sergei Skripal, un agente de inteligencia ruso que era un agente doble para Gran Bretaña, fue gravemente envenenado junto a su hija en Salisbury, donde se había instalado después de ser liberado por Rusia en un intercambio de prisioneros en 2010. El veneno fue identificado como Novichok, un agente nervioso desarrollado por la Unión Soviética.
Una semana y media después de que los Skripal fueran descubiertos en grave estado, la primera ministra británica Teresa May declaró a Rusia responsable del ataque y ordenó la expulsión de 23 diplomáticos. Rusia luego expulsó la misma cantidad de británicos.
El ‘Escándalo Gordievsky’ en 1985
Oleg Gordievsky era jefe de estación del KGB en Londres, pero había estado pasando información a la inteligencia británica durante años. Fue llamado de regreso a Moscú para consultas en 1985 y decidió ir a pesar de los temores de que su papel como agente doble pudiera haber sido descubierto.
Fue interrogado pero no acusado, y Gran Bretaña organizó una operación encubierta para sacarlo de la Unión Soviética. Tras la operación, Gran Bretaña utilizó información de Gordievsky para expulsar a 25 diplomáticos soviéticos. Moscú retalió dos días después con la misma cantidad.
Operación PIE en 1971
En un esfuerzo por frenar el presunto espionaje generalizado por parte de diplomáticos soviéticos e incluso de sus esposas, agentes británicos lograron reclutar a un miembro de la delegación comercial soviética que también era un agente del KGB. El agente, Oleg Lyalin, proporcionó extensa información identificando a otros que trabajaban para el KGB.
Gran Bretaña dudó en actuar sobre la información, preocupada de que pudiera poner en peligro las conversaciones internacionales en curso sobre el estatus de la ciudad dividida de Berlín. Después de que concluyeran las conversaciones, el Reino Unido anunció que se expulsarían a 90 oficiales soviéticos y que otros 15 que estaban fuera del país en ese momento no podrían regresar, en total 105.