Félix Tshisekedi toma posesión para un segundo mandato como presidente de la República Democrática del Congo tras unas elecciones caóticas y disputadas.
Tiene otros cinco años para mejorar la fortuna de una nación en la que más del 70% de la población vive en la extrema pobreza y décadas de conflictos han afectado la vida de millones de personas.
Entonces, ¿podrá el Sr. Tshisekedi traer la tan ansiada paz a la República Democrática del Congo? ¿O la violencia intensificada y la promesa de campaña del presidente de ir a la guerra con Ruanda arruinaron esas posibilidades?
Durante sus dos campañas presidenciales, el Sr. Tshisekedi prometió abordar la inestabilidad en el este de la República Democrática del Congo.
Decenas de grupos armados, incluido el tristemente famoso M23, luchan por el control de la tierra y los abundantes minerales de la región, que incluyen oro, diamantes y cobalto, esencial en las baterías de teléfonos móviles y coches eléctricos.
El año pasado, el conflicto entre los grupos se reavivó tras una pausa de meses y el número de personas obligadas a huir de sus hogares alcanzó un récord de 6.9 millones, según la ONU.
Para poner fin a todo esto, el Sr. Tshisekedi necesita cambiar el enfoque de sus “iniciativas militares a corto plazo” a soluciones duraderas, le dijo a la BBC Richard Moncrieff, director del Proyecto de los Grandes Lagos del Grupo de Crisis Internacional.
También para establecer un diálogo que aborde las disputas entre los numerosos grupos étnicos de la nación, que los líderes anteriores no han abordado con éxito.
Antes de la toma de posesión, tres líderes de la oposición y candidatos presidenciales que perdieron ante el Sr. Tshisekedi, convocaron protestas durante la ceremonia.