RAFAH, Franja de Gaza (AP) — Sabreen Jouda llegó al mundo segundos después de que su madre lo abandonara.
Su hogar fue alcanzado por un ataque aéreo israelí poco antes de la medianoche del sábado. Hasta ese momento, la familia era como tantos otros palestinos tratando de refugiarse de la guerra en la ciudad meridional más remota de Rafah en Gaza.
El padre de Sabreen murió. Su hermana de 4 años murió. Su madre murió.
Pero los equipos de emergencia descubrieron que su madre, Sabreen al-Sakani, estaba embarazada de 30 semanas. En medio de la prisa en el hospital kuwaití donde los cuerpos fueron llevados, los trabajadores médicos realizaron una cesárea de emergencia.
La pequeña Sabreen también estaba cerca de la muerte, luchando por respirar. Su cuerpo diminuto yacía en posición de recuperación sobre un pequeño trozo de alfombra mientras los trabajadores médicos le bombeaban aire suavemente en la boca abierta. Una mano con guantes golpeaba su pecho.
Ella sobrevivió.
El domingo, en las horas posteriores al ataque aéreo, gemía y se retorcía dentro de una incubadora en la unidad de cuidados intensivos neonatales del hospital Emirati cercano. Llevaba un pañal demasiado grande para ella e su identidad estaba escrita a mano en un trozo de cinta alrededor de su pecho: “La bebé de la mártir Sabreen al-Sakani”.
“Podemos decir que hay cierto progreso en su condición de salud, pero la situación sigue siendo de riesgo”, dijo el Dr. Mohammad Salameh, jefe de la unidad. “Esta niña debería haber estado en el vientre de su madre en este momento, pero le han privado de este derecho”.
La describió como una niña huérfana prematura.
Pero no está sola.
“Bienvenida a ella. Es la hija de mi querido hijo. Me ocuparé de ella. Ella es mi amor, mi alma. Es un recuerdo de su padre. Me ocuparé de ella”, dijo Ahalam al-Kurdi, su abuela paterna. Se abrazó el pecho y se balanceó de dolor.
Al menos dos tercios de los más de 34,000 palestinos muertos en Gaza desde que comenzó esta guerra han sido niños y mujeres, según el Ministerio de Salud de Gaza.
El otro ataque aéreo israelí en Rafah durante la noche mató a 17 niños y dos mujeres de una familia extensa.
No todos son recuperados inmediatamente después de tales ataques.
“Mi hijo también estaba con ellos. Mi hijo se convirtió en partes del cuerpo y aún no lo han encontrado. No lo reconocen”, dijo Mirvat al-Sakani, abuela materna de Sabreen. “No tienen nada que ver con nada. ¿Por qué los están atacando? No sabemos por qué, ¿cómo? No lo sabemos”.
El domingo, los sobrevivientes enterraron a los muertos. Niños envueltos en sangre fueron colocados en bolsas de cadáveres y enterrados en el suelo polvoriento mientras las familias lloraban.
Pequeños niños miraban y trataban de mantenerse en pie al borde de una tumba.
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