CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Hubo muchas razones para criticar el primer debate presidencial de México previo a las elecciones del 2 de junio. El formato era un poco restrictivo y, en algunos momentos, el temporizador de los candidatos no funcionaba, dejando incierto cuánto más podrían hablar.
Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo el martes que tenía una razón novedosa para no gustarle el debate del domingo: No se trataba de él.
Enfocado en su legado, López Obrador ha comparado durante mucho tiempo su administración con los capítulos más heroicos de la historia mexicana. Por lo tanto, se enojó porque los moderadores del debate plantearon preguntas sobre la corrupción o problemas en los sistemas de educación y salud. Problemas que él dice haber resuelto.
“Toda la narrativa del debate, si la analizan, giró en torno a lo que dicen nuestros opositores,” dijo López Obrador en su conferencia de prensa diaria. “Toda la narrativa del debate fue no reconocer nada” hecho bajo su administración, “como si no nos hubiéramos enfocado en erradicar completamente la corrupción.”
López Obrador ha reconocido que casos de corrupción continuaron ocurriendo después de que asumió el cargo en diciembre de 2018.
Las preguntas del debate no fueron escritas por los moderadores. Fueron elegidas entre las presentadas por ciudadanos y cada candidato podía elegir entre grupos de preguntas.
La Constitución limita a los presidentes a un solo mandato de seis años, por lo que López Obrador no puede postularse nuevamente.
El columnista de periódico Salvador García Soto citó fuentes anónimas de la administración diciendo que López Obrador también estaba enojado con la candidata de su partido porque no lo defendió lo suficiente.
La exalcaldesa de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum está postulando en la lista del partido Morena del presidente. Sheinbaum es vista como la discípula más leal de López Obrador y lidera las encuestas en la carrera presidencial.
Pero cuando se le preguntó cómo manejaría la corrupción, al parecer enfureció al presidente al referirse a sus propios programas contra la corrupción en la Ciudad de México, no a los esfuerzos de López Obrador.
“El presidente se sintió ofendido porque Claudia no fue lo suficientemente vehemente en defender al gobierno federal,” escribió García Soto.
López Obrador llama a su administración “la Cuarta Transformación”, afirmando que es la sucesora de los tres capítulos más heroicos de la historia de México: la lucha por la independencia de España entre 1810 y 1821, las reformas liberales que rompieron la dominación de la iglesia en la década de 1850 y la Revolución Mexicana entre 1910 y 1917.