El logro de Paping en 1963 le brindó fama nacional duradera, lo cual no siempre fue bienvenido.
“Su esposa siempre dijo que había sido lo más terrible de nuestras vidas, porque nunca dijo que no a un periodista, o a una invitación o a una inauguración”, dice Wieling.
El ganador consecutivo de 1985 y 1986, Evert van Benthem, se mudó a Canadá, en parte para escapar de la atención constante.
Aunque las patinadoras habían participado casi desde el principio, 1985 fue el primer año en el que se les permitió competir oficialmente.
Lenie van der Hoorn fue la primera competidora femenina en llegar a casa ese año. Si y cuando se lleva a cabo nuevamente el Elfstedentocht, habrá un título separado para mujeres por primera vez.
Veintisiete años y contando desde la última edición, es imposible predecir exactamente qué impacto tendrá la próxima carrera, si es que llega a realizarse.
Pero Wieling está seguro de que los ganadores seguirán ocupando un lugar especial en el panteón deportivo de los Países Bajos.
“Serás el héroe del país durante muchos años, hasta que mueras”, dice él.
“Nadie te olvidará nunca, y te encontrarás con eso todos los días”.
Incluso en la continua ausencia de hielo, seduce el recorrido entre las ‘Once Ciudades’ de Frisia.
En 2019, el ex campeón olímpico de aguas abiertas Maarten van der Weijden, quien padeció leucemia en su juventud, recaudó millones de euros para la investigación del cáncer al nadar la ruta.
En 2023 coronó incluso ese notable logro con un triatlón de las Once Ciudades, completando tres vueltas del curso: una en el agua, una en bicicleta y una a pie, acompañado por multitudes de seguidores y recaudando nuevamente millones.
Hay un tour en bicicleta de las Once Ciudades que tiene lugar cada año, mientras que los turistas pueden recorrer la ruta a un ritmo más tranquilo.
Durante el invierno, miles de patinadores neerlandeses se dirigen a regiones más frías y elevadas para participar en una ‘alternative Elfstedentocht’, compitiendo a plena distancia alrededor de un lago en Austria.
Incluso hay un musical, lanzado en octubre en un teatro especialmente construido en la capital frisona, que tiene al Elfstedentocht como su tema central.
Un escenario giratorio cubierto de hielo permite a los actores patinar mientras permanecen inmóviles frente al público.
Pero es el deporte real, y la ruta original, lo que tiene el agarre más firme en la imaginación neerlandesa.
Cada año, cuando hay un frío intenso, se dirigen hacia el hielo.
Patia dores deportivos deslizándose a gran velocidad a través de paisajes congelados, familias enseñando a los jóvenes la magia, jóvenes y viejos reuniéndose donde haya suficiente hielo para patinar.
Tiempo helado, bebidas calientes, tentempiés dulces, y cada año las mismas conversaciones emocionadas. ¿Podría suceder? ¿Finalmente habrá un Elfstedentocht este año?