El alboroto sobre Aukus se está volviendo más fuerte

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Aukus sigue generando polémica a lo largo del Pacífico. Presentado en 2021, el pacto tripartito se centra en la adquisición por parte de Australia de submarinos nucleares de Estados Unidos y Reino Unido.

Para la administración de Biden, Aukus se ha convertido rápidamente en una pieza central de sus esfuerzos por contener el poder chino. Para Australia, es una elección de largo alcance para estrechar sus lazos militares con Estados Unidos. Para Reino Unido, es un símbolo de las renovadas ambiciones globales del país.

China ha atacado repetidamente a Aukus como peligroso y confrontacional. Poco después de su lanzamiento, Boris Johnson, primer ministro británico en ese momento, se mofó con entusiasmo del “ruidoso squawkus de la coalición anti-Aukus”.

Tres años después, ese squawkus no se está apagando. La semana pasada, el Global Times de China publicó un artículo que especulaba simultáneamente con la posibilidad de que Japón se uniera al pacto, y proclamaba con esperanza que “Aukus se está desmoronando”. Esa es una exageración grave. Pero es cierto que cada vez hay más sospechas de que la presentación inicial ocultaba algunos problemas graves en los detalles.

El debate es más acalorado en Australia, ya que se espera que Aukus sea el corazón de su postura estratégica en las décadas venideras. El gobierno y ambos principales partidos políticos aún respaldan firmemente el pacto. Pero dos influyentes ex primeros ministros, Paul Keating y Malcolm Turnbull, han hecho críticas mordaces.

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Las preocupaciones sobre la viabilidad de Aukus se dividen en tres grandes áreas: estratégica, política y técnica.

En un nivel estratégico, los críticos argumentan que Australia ha hecho una apuesta insostenible por la continuidad de la primacía estadounidense en el Pacífico. Hugh White, un influyente académico, sostiene que: “El enorme cambio en poder y riqueza desde 1980 hace imposible perpetuar el antiguo orden liderado por Estados Unidos”. White también se preocupa de que Australia esté comprometida tácitamente a pelear junto a Estados Unidos en una guerra futura con China.

En un nivel político, hay cada vez más ansiedad sobre si Estados Unidos sigue siendo un aliado confiable. Si Donald Trump gana un segundo mandato, la suposición de que Estados Unidos puede mantener un apoyo estable para sus compromisos estratégicos globales se vuelve mucho más cuestionable. Y sin embargo, el compromiso tendrá que ser sostenido, ya que Aukus es un proyecto de varias décadas.

En un nivel técnico, adquirir y mantener submarinos nucleares implica un gran y costoso salto tecnológico para Australia. Aukus se llevará a cabo en tres etapas complicadas. Primero, Australia revisará sus submarinos convencionales actuales. Luego, a principios de la década de 2030, recibirá algunos submarinos nucleares de segunda mano de la clase Virginia de Estados Unidos. Una década después, los primeros submarinos de clase Aukus —diseñados en Gran Bretaña, con tecnología estadounidense y construidos en el Reino Unido y Australia— serán desplegados.

Existe un cierto descontento en el establecimiento de defensa australiano por el importante papel británico en la construcción de SSN-Aukus. Hay mucha menos confianza en la base militar-industrial del Reino Unido que en las capacidades de Estados Unidos. Esas dudas habrán aumentado tras las dificultades de los portaaviones británicos y el fracaso de una reciente prueba de un misil nuclear Trident del Reino Unido. Elizabeth Buchanan de la Academia Militar de West Point afirma sin rodeos que: “SSN-Aukus probablemente no se materialice”. Los críticos australianos de Aukus temen que el país esté embarcándose en un camino largo y costoso hacia la nada.

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Los argumentos estratégicos en contra de Aukus son los más débiles. El gobierno australiano, al igual que los japoneses e indios, está justificadamente preocupado por las ambiciones militares y territoriales de China. Entiende que si Beijing lograra invadir con éxito Taiwán o hacer valer sus reclamaciones sobre el Mar del Sur de China, China se convertiría en la potencia dominante en el Indo-Pacífico, con profundas consecuencias para la seguridad australiana.

Aukus es un esfuerzo clásico para fortalecer la disuasión aumentando los riesgos para China de cualquier agresión potencial. Como lo expone un oficial de seguridad australiano: “El objetivo es prevenir una guerra, no librar una”.

Los temores sobre depender de Estados Unidos aumentarían claramente si un Trump volátil volviera al poder. Pero Michael Green, un ex funcionario de la Casa Blanca ahora en la Universidad de Sídney, argumenta que probablemente nombraría a halcones anti-China en posiciones clave y mantendrían el compromiso con Aukus. “Estoy muy seguro de que Australia conseguirá los submarinos de la clase Virginia”, afirma.

Incluso algunos defensores de Aukus reconocen que existen dudas reales sobre la última pieza del rompecabezas: la construcción de los nuevos submarinos nucleares. No solo se cuestiona la capacidad de los británicos para construirlos. También se cuestiona la evolución de la tecnología militar. Es completamente posible que en 30 años los submarinos nucleares tripulados hayan perdido su utilidad y hayan sido sustituidos por vehículos no tripulados.

Pero el mérito de una alianza de décadas es que puede adaptarse. Aukus no se trata solo de submarinos. El segundo pilar del pacto es compartir tecnología militar avanzada en áreas como hipersónicos, ciberseguridad e inteligencia artificial. A medida que evoluciona la tecnología militar, Aukus puede evolucionar junto con ella.

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El pacto es en última instancia una declaración de determinación y compromiso a largo plazo. Se basa en una percepción compartida de la creciente amenaza estratégica de China y Rusia al trabajar juntos para cambiar el orden internacional actual. Esa percepción parece más apremiante y válida que nunca.

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