Algunos dolores de rodilla se deben al tamaño de una pieza clave de cartílago conocida como el menisco, según nuevas perspectivas de la Universidad Metropolitana de Osaka.
Los científicos con sede en Japón afirmaron que algunas personas nacen con un menisco más grueso de lo usual en el lado exterior de la rodilla, lo que lo hace propenso a desgarros y, aún si no se produce ese peor escenario, causa dolor, bloqueo y la necesidad de cirugía.
El menisco, cuyo tamaño puede determinarse mediante una resonancia magnética, amortigua la articulación de la rodilla entre el fémur y la tibia, por lo que su funcionamiento suave es vital. La investigación fue publicada en la revista Knee Surgery, Sports Traumatology, Arthroscopy de Wiley en noviembre.
Un desgarro de menisco a menudo acompaña lo que, para muchos futbolistas y otros deportistas, es el temido desgarro del ligamento cruzado.
La lesión suele ocurrir tras una caída incómoda, típicamente desequilibrada pero a gran velocidad, seguida por la sensación inconfundible de un “pop” desde el interior de la rodilla.
A veces el “pop” es audible, a veces estalla con un dolor insoportable, y en la mayoría de los casos es seguido por la sensación de que la pierna afectada está a punto de ceder.
El resultado es un daño grave en una rodilla, con el ligamento y el cartílago desgarrados necesitando ser resueltos mediante cirugía. El ligamento desgarrado, y a veces también el cartílago, se reemplaza por un injerto, ya que por lo general no pueden sanar naturalmente, todo seguido por una rehabilitación extenuante a lo largo de 6 a 9 meses por lo general.
Antes del advenimiento de formas avanzadas de cirugía, como variantes de artroscopia, tales lesiones de rodilla solían significar el fin de la carrera para los futbolistas profesionales y siguen siendo un cambio de vida para los aficionados cuyos trabajos requieren que estén de pie.