En total, alrededor de 2,4 millones de familias canadienses se ven obligadas a vivir en hogares que son demasiado pequeños, necesitan reparaciones importantes con urgencia o son seriamente inasequibles, según un informe de un organismo gubernamental publicado en diciembre. Esta escasez de alojamiento se ha vuelto crítica al mismo tiempo que la inflación golpea duramente a los canadienses, y estos problemas han llevado a otro tema al centro de la agenda del país: la inmigración. Por primera vez, la mayoría de los canadienses, que siempre han sido acogedores con los recién llegados, están cuestionando cómo pueden gestionar sus ciudades. La política en otros países occidentales ha estado envuelta durante mucho tiempo en debates polarizados sobre la inmigración, pero hasta hace poco Canadá había evitado en gran medida ese tema, quizás debido a su geografía. Sin embargo, ahora parece haber un cambio profundo en la actitud. En 2022, el 27% de los canadienses dijo que había demasiados inmigrantes llegando al país, según una encuesta de la firma de datos e investigación Environics. Para 2024, ese número había aumentado al 58%. También han aparecido grupos de campaña y se han organizado marchas en protesta contra la inmigración en Ottawa, Vancouver, Calgary y en otros lugares del país. “Yo diría que antes era un tema muy tabú, como que nadie realmente hablaba de ello”, explica Peter Kratzar, un ingeniero informático y fundador de Cost of Living Canada, un grupo de protesta que se formó en 2024. “[Pero] las cosas realmente se han descongelado”.
