Dos hombres, uno británico y otro de origen chino residente en Alemania, se vieron envueltos en acusaciones de espionaje a favor de China. Mientras que provienen de diferentes países y aparentemente tienen trasfondos y perspectivas divergentes, ambos se vieron atrapados esta semana en acusaciones de espionaje en nombre de China, en medio de un creciente rechazo en Europa contra la influencia maligna de China en la política y el comercio.
En total, seis personas en tres casos separados fueron acusadas esta semana en Europa de espiar para China: dos en Gran Bretaña y cuatro en Alemania.
Los casos de espionaje en Gran Bretaña y Alemania, los primeros de su tipo en dos países que alguna vez cultivaron cálidas relaciones con Beijing, sirvieron como puntos de exclamación llamativos en la larga y a menudo angustiosa ruptura de Europa con China.
Poco después de que los funcionarios de Gran Bretaña y Alemania anunciaron que seis de sus ciudadanos habían sido acusados de espionaje, las autoridades holandesas y polacas realizaron un operativo en las oficinas de un proveedor chino de equipos de seguridad como parte de una operación de la Unión Europea contra lo que considera prácticas comerciales injustas.
Fue la primera vez que el brazo ejecutivo del bloque, la Comisión Europea, utilizó una nueva ley contra subsidios extranjeros para ordenar un operativo en una empresa china.
A principios de abril, Suecia expulsó a un periodista chino que había residido en el país durante dos décadas, diciendo que representaba una amenaza para la seguridad nacional.
Después de años de disputas comerciales seguidas de reconciliación, Europa “ha perdido la paciencia con China”, dijo Ivana Karaskova, una investigadora checa en la Asociación de Asuntos Internacionales, un grupo de investigación independiente en Praga, quien hasta el mes pasado se desempeñaba como asesora de la Comisión Europea sobre China.