Defensores de roles más grandes para mujeres en la Iglesia habían esperado que el sínodo pudiera pedir que mujeres sirvan como diaconisas. El sínodo no avanzó en este movimiento, pero su documento final dijo “no hay razón o impedimento que deba impedir que las mujeres desempeñen roles de liderazgo en la Iglesia”.
Actualmente, la Iglesia Católica sólo permite a los hombres ser diáconos – ministros ordenados que pueden oficiar bautizos, bodas y funerales pero no misa, a diferencia de los sacerdotes.
Aunque grupos reformistas también habían esperado formas concretas de recibir mejor a personas homosexuales en la Iglesia, el documento final no mencionó a la comunidad LGBT+, excepto por una referencia pasajera a aquellos que se sienten “excluidos o juzgados” por su “estado civil, identidad o sexualidad”.
El Reverendo James Martin, un prominente sacerdote jesuita estadounidense que ministra a la comunidad LGBT y era miembro del sínodo, dijo que no era “una sorpresa” que el nuevo texto no mencionara específicamente al grupo.
Los progresistas pueden estar decepcionados pero algunos conservadores estaban molestos por toda la cumbre desde el principio.
Esto ha sido un ejercicio masivo, y el Papa, de 87 años, ha llamado al texto final un “regalo” para los 1,4 mil millones de católicos del mundo, pero muchos tradicionalistas se oponían a abrir este proceso de consulta – un proyecto personal suyo – a laicos y cuestionaban la idea de evaluar las opiniones de no-clérigos.
Pero encaja con la visión del Papa Francisco de que son los católicos de base los que deberían desempeñar un papel más importante en dar forma al futuro de la Iglesia y no sólo cardenales y obispos – una de las muchas razones por las que los tradicionalistas le han hecho pasar un mal rato.