¿Cuánta memoria necesitas hoy?

“Pienso que ahora podemos considerarlo vintage. Debo admitir que este capítulo no formaba parte originalmente de mi plan. Por un tiempo, creí que mi proyecto de restauración estaba completo:

Todos los componentes dañados fueron reparados.
El ordenador era operativo y utilizable.
Había encontrado el mobiliario ideal en Ikea para mostrar y utilizar el Macintosh, ocupando un espacio mínimo en la casa y evitando así ser expulsado por mi esposa.
Adicionalmente, acababa de descubrir el Floppy Emu, un emulador de disquetes que me permitiría explorar todo el software jamás creado para el Macintosh 128K sin tener que gastar más dinero.

¿Qué más podía pedir? Sí, es verdad que la carcasa estaba aún algo sucia y se había amarilleado con el tiempo, pero ¿no era eso un reflejo perfecto de su historia y del carácter de esta icónica máquina?

Durante un tiempo, me convencí de esta visión romantizada y pensé que era innecesario arriesgarme a volver a abrir y desmontar por completo un Macintosh que acababa de volver a funcionar, meramente por razones estéticas. Eso fue hasta que mi feed empezó a llenarse de artículos y videos sobre el retrobright, y una nueva duda comenzó a arraigarse en mi mente.

Retrobright

Esta mezcla fue desarrollada por Dave Stevenson, un químico inglés con pasión por las computadoras retro. Su objetivo es restaurar el color original de los plásticos ABS, un material ampliamente utilizado en las carcasas de varios dispositivos electrónicos en los últimos 50 años.

Stevenson hipotetizó que el amarilleo no era debido al ABS en sí, sino más bien al bromo, un elemento añadido al ABS por sus propiedades retardantes de fuego. Cuando se expone a los rayos UV del sol, el bromo tiende naturalmente a volver a su color marrón original, provocando así que todo el plástico se amarille.

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La fórmula de Retrobright se hizo pública en 2008 y consiste en una mezcla de peróxido de hidrógeno de alta concentración (entre 10% y 15%), oxígeno activo y espesantes para crear un producto esparcible.

El resultado de esta fórmula es un gel. Cuando se aplica a los plásticos y se expone a los rayos UV, se pretende devolver la molécula de oxígeno al bromo, por lo que debería revertir el proceso de amarilleo.

Confieso que a pesar de la gran cantidad de información disponible para investigar, mi completa falta de conocimiento en química, combinada con la abrumadora cantidad de críticas sumamente positivas, me llevaron a pasar por alto cualquier riesgo potencial o aspectos negativos. ¡Quería intentarlo!

Todo bajo control

Para mi experimento, seleccioné uno de los días más brillantes (y calurosos) del año, teniendo en cuenta la importancia de los rayos UV en el proceso. Antes de comenzar, eliminé cualquier etiqueta, logotipo o etiqueta que pudiera dañarse. Cada pieza de plástico fue lavada a fondo para eliminar cualquier residuo de suciedad o polvo de la superficie.

Preparé alrededor de un litro de Retrobright y lo fui trasladando gradualmente a un recipiente para aplicarlo en cada pieza de plástico. Para evitar que la mezcla se evapore rápidamente bajo el sol, seguí varias sugerencias de tutoriales y cubrí cada pieza con un film. Con retrospectiva, este fue el primero de muchos errores.

Después de aproximadamente 2 horas de exposición, decidí verificar los resultados de este intento inicial, y ahí fue cuando me encontré con mi primer gran revés. A pesar de la cubierta de film, el gel casi se había evaporado por completo y lo había hecho de manera desigual, siguiendo los pliegues del film. El resultado fue desalentador. El gel sólo había logrado aclarar ciertas áreas del plástico, creando manchas y rayas en todas las superficies.

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Pánico

Tras ese contratiempo, me embarqué en una serie de intentos apresurados, esperando que otra aplicación pudiera igualar la coloración. Inicialmente, repetí el proceso sin el film, refrescando la mezcla cada 20 minutos durante toda una mañana para evitar la evaporación. Posteriormente, replicaba el procedimiento en un ambiente con luz UV controlada.

En ambas ocasiones, sólo logré aclarar las diferentes áreas proporcionalmente. Las partes más oscuras se volvieron más claras, pero también lo hicieron las áreas ya claras, lo que intensificó y esencialmente preservó las rayas iniciales.

Plan B

Me di cuenta de que cualquier intento posterior sería inútil, sólo sirviendo para degradar aún más los plásticos ya estresados por varios tratamientos. Esta conveción fue seguida por unas semanas de desaliento, durante las cuales volví titubeante a eBay para navegar por subastas de piezas de repuesto a precios exorbitantes. Eventualmente, me conformé con la única opción viable: pintar los plásticos.

Curiosamente, Apple había abandonado la práctica de pintar los plásticos con la introducción del Macintosh. Creían que utilizar plástico ABS ya coloreado adecuadamente evitaría la variación natural en el color de la pintura cuando se expone al sol. Irónicamente, ocurrió lo contrario: todos los plásticos pintados de modelos anteriores resistieron mucho mejor la prueba del tiempo.

Esta vez, gracias a Dios, decidí que era mejor consultar directamente a profesionales. Mi única tarea era encontrar la referencia de color correcta. Encargué el trabajo a un taller de carrocería local especializado en pintura de plástico, y llevaron a cabo el trabajo con gran precisión y cuidado.

¿Qué puedo decir? El Macintosh no sólo se había vuelto “presentable”, sino que casi se había convertido en una pieza de exposición, y finalmente me había quedado sin formas de comprometer su seguridad de nuevo.

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Por fin, la restauración podía considerarse completa. ¡Justo a tiempo para celebrar el 40 aniversario del Mac!