Cuando los Óscares se celebraron en medio de otra guerra divisiva

El 23 de marzo de 2003, mientras el resto del mundo veía imágenes televisadas de cautivos y cadáveres identificados como soldados estadounidenses, limusinas llevando celebridades vestidas con alta moda llegaron a lo que entonces era conocido como el Teatro Kodak en Los Ángeles.

Estados Unidos había invadido Iraq solo tres días antes y, hasta esa mañana, aún existía la posibilidad de que los Oscar no se llevaran a cabo. Mientras estrellas de la lista A como Nicole Kidman, Halle Berry y Steve Martin -quien conducía- eran conducidos a través de detectores de metales en medio de una gran presencia policial, unas cuadras más allá, agentes de policía con porras se enfrentaban a manifestantes tratando de acercarse al teatro (ninguno lo logró).

Este año, otra guerra está en las noticias mientras la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas monta otra entrega de los Oscar. Hasta ahora, casi nadie ha hablado en los espectáculos previos a los Oscar, pero fue muy diferente en 2003.

En las semanas previas a la ceremonia, más de 100 artistas, incluidos Matt Damon, Jessica Lange, Helen Hunt, George Clooney y Danny Glover, firmaron una carta instando al presidente George W. Bush a no atacar Iraq. El día anterior, los actores Susan Sarandon y Tim Robbins, y el director nominado al Oscar Pedro Almodóvar, se encontraban entre miles que marcharon en Hollywood para protestar contra la guerra.

Horas después de que la guerra comenzara, varios presentadores, incluidos Cate Blanchett y Jim Carrey, se retiraron, citando preocupaciones de seguridad y respeto a las familias militares. Peter Jackson, cuya película “El señor de los anillos: Las dos torres” estaba nominada a mejor película, también decidió no asistir al espectáculo.

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“Se sintió raro vestirse de gala y asistir a esto mientras que nuestros compatriotas estaban todos en el extranjero a punto de involucrarse en algo muy peligroso”, recordó el director Chris Sanders en una entrevista reciente. Sanders fue nominado ese año a mejor película de animación por dirigir “Lilo & Stitch”.

A lo largo de la noche, las referencias a Iraq fueron constantes y la noche tuvo uno de los mayores impactos que se recuerdan en la historia de los Premios de la Academia.