Cuando el horror golpea a China, el primer instinto es cerrarlo.

A menudo, cuando historias sensibles como esta se desarrollan en China, los funcionarios locales del Partido Comunista organizan grupos de cuadros para fingir ser lugareños indignados a los que se les ha dado el papel de atacar a los reporteros extranjeros y evitar cualquier cobertura.

Invariablemente, esto no detiene las historias, solo hace que China luzca mal.

Después de la muerte del ex primer ministro Li Keqiang el año pasado, multitudes de estos leales fueron enviados a la calle fuera de su antiguo hogar familiar. Cualquier periodista que llegaba era rodeado, insultado, empujado y maltratado.

La muerte del primer ministro Li era sensible para el partido no solo porque fue repentina e inesperada, sino también porque era el último del ala liberal antigua. Señaló que el partido estaba ahora completamente lleno de leales al presidente Xi Jinping.

Pero incluso para incidentes mucho más menores, las mismas cosas suceden.

El mes pasado, viajamos a un centro comercial en Shanghai donde un hombre había apuñalado aleatoriamente a extraños hasta la muerte.

El lugar entero había sido limpiado de cualquier evidencia dentro de horas de que tuviera lugar este horrible evento. Para la mañana siguiente, el centro comercial estaba funcionando de nuevo como si nada: no cintas de escena del crimen de la policía, no flores para los muertos.

En un nivel, se puede entender esto, ya que muchos de estos inexplicables asaltos a la comunidad son imitaciones. El ataque del martes no es un caso aislado, aunque es impactante por su número de muertos.

Pero a veces los funcionarios aquí quieren que estas cosas malas simplemente desaparezcan lo más rápido posible.

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Horas después de nuestro enfrentamiento fuera del sitio del ataque de Zhuhai, habían llegado cargas de policías para gestionar mejor la situación.

Una multitud de residentes también se había reunido para encender velas en memoria de los muertos, y videos compartidos en redes sociales mostraban filas de voluntarios en hospitales ofreciendo donar sangre.

El presidente Xi ha llamado a los funcionarios a gestionar los problemas de la sociedad para prevenir que este tipo de cosas vuelvan a ocurrir en el futuro.

Pero, una vez más, China se pregunta qué ha llevado a alguien a tal horror inconcebible. Es imposiblemente difícil encontrar las respuestas a este caso.