En el último signo de una dramática deterioración en las relaciones, los gobernantes militares de Níger parecen cada vez más decididos a expulsar a Francia de cualquier sector significativo de su economía, y particularmente de la minería de uranio.
Esta semana, la compañía nuclear estatal francesa Orano anunció que la junta, que depuso al aliado de Francia, el Presidente Mohamed Bazoum, en un golpe de estado en julio de 2023, había tomado el control operativo de su empresa minera local, Somaïr.
Los esfuerzos de la compañía para reanudar las exportaciones han sido bloqueados durante meses por el régimen y se encuentra al borde de una crisis financiera.
Y el impacto se sentiría de manera más amplia; aunque Níger representa menos del 5% del uranio producido a nivel mundial, en 2022 representa un cuarto del suministro a las plantas nucleares de Europa.
Así que el momento no podría ser más incómodo, ya que los países occidentales luchan por enfrentar el desafío del cambio climático y reducir sus emisiones de carbono provenientes de la generación de electricidad.
Para el presidente francés Emmanuel Macron, que ya está lidiando con una crisis política en casa, la posible salida de Orano de Níger es ciertamente incómoda en términos de imagen.
En cualquier caso, la crisis que enfrenta Orano en Níger representa un desafío práctico importante para el suministro de energía de Francia.
Con 18 plantas nucleares, que suman 56 reactores y generan casi el 65% de su electricidad, Francia ha estado a la vanguardia en la contención de las emisiones de carbono del sector energético.
Pero la propia producción limitada de uranio del país terminó hace más de 20 años.
Así que, durante la última década aproximadamente, ha importado casi 90.000 toneladas, una quinta parte de las cuales ha provenido de Níger. Solo Kazajistán, que representa el 45% de la producción mundial, era una fuente de suministro más importante.
El continuo bloqueo, o el cierre definitivo, de las operaciones de Orano en Níger ciertamente obligaría a Francia a buscar en otros lugares.
Esto debería ser viable, ya que se pueden obtener suministros alternativos de países como Uzbekistán, Australia y Namibia.
El año pasado, cuando los vecinos de África Occidental respondieron al golpe de estado en Níger imponiendo un bloqueo comercial que paralizó las exportaciones de uranio, otros proveedores rápidamente ocuparon el lugar.
Las importaciones de la Unión Europea del mineral del país cayeron en un tercio, pero en su mayoría fueron reemplazadas por Canadá.
Pero también hubo un precio políticamente incómodo que pagar. Las importaciones de uranio de la UE desde Rusia aumentaron en más del 70%, a pesar de las duras sanciones impuestas a Moscú debido a su invasión de Ucrania.
Y por supuesto, Rusia se ha convertido en el nuevo mejor amigo de los líderes militares que han tomado el poder en Níger y sus aliados vecinos, Burkina Faso y Malí, desde 2020.
Los contratistas militares rusos luchan junto al ejército maliense en su campaña contra los yihadistas y separatistas tuareg étnicos, mientras también ayudan a proteger a la alta dirección de las juntas en Níger y Burkina Faso.
Por lo tanto, aunque Francia, y Europa en general, podrían encontrar formas de manejar una pérdida definitiva del suministro de uranio de Níger, el cambio no sería completamente cómodo.
Al menos a corto plazo, los estados de la UE probablemente dependerían más de Rusia y sus vecinos de Asia central, debilitando así su propio esfuerzo por mantener la presión económica sobre el presidente Vladimir Putin durante un período potencialmente crucial en la crisis de Ucrania.
Además, el régimen de Níger, cuya actitud hacia la UE en su conjunto se ha vuelto casi tan desconfiada como su relación rota con Francia, continúa buscando alternativas a sus antiguas asociaciones occidentales.
Y Irán, un cliente potencial, por supuesto, de uranio, ha surgido como una opción.
Los contactos entre los dos gobiernos se han profundizado, con el Primer Ministro de Níger, Ali Mahamane Lamine Zeine, visitando Teherán en enero. Rumores de un posible acuerdo para el suministro de “yellowcake” (concentrado) de uranio circuló brevemente hace unos meses.
Mientras tanto, las perspectivas de Orano de restaurar las operaciones normales de uranio y las exportaciones desde Níger parecen sombrías, dada la actitud hostil del régimen militar en Niamey.
Esa antipatía se explica en parte por la condena vocal de Macron al golpe de estado de julio de 2023 contra Bazoum, quien había sido uno de sus aliados políticos y de seguridad africanos más cercanos.
París respaldó firmemente la postura dura de la agrupación regional de África Occidental, Ecowas, y hasta hubo rumores de que podría haber estado dispuesto a brindar apoyo tácito si el bloque alguna vez hubiera seguido con su amenaza de intervenir militarmente en Níger para restituir a Bazoum.
En este ambiente venenoso de hostilidad y desconfianza, Orano era un objetivo obvio y conveniente para la represalia de la junta.
El rol predominante de la compañía francesa en el sector del uranio había alimentado durante años el resentimiento entre muchos nigerinos, ante la afirmación de que la empresa francesa estaba comprando su uranio barato, a pesar de las renegociaciones periódicas del acuerdo de exportación. Aunque las operaciones mineras solo comenzaron años después de la independencia, se veían como emblemáticas de la influencia poscolonial continua de Francia.
Después del golpe de estado del año pasado, Orano intentó mantenerse al margen de la disputa diplomática, mantener un bajo perfil y continuar operando con normalidad.
Pero el bloqueo comercial de Ecowas le impidió exportar la producción de la mina de Somaïr, cerca de Arlit, en el desierto del Sahara.
E incluso después de que las sanciones se levantaran a fines de febrero, la ruta de exportación habitual de uranio, a través del puerto de Cotonou en Benín, permaneció bloqueada, porque la junta mantuvo cerrada la frontera en una disputa política en curso con Benín.
Orano ofreció enviar el uranio en avión, pero el régimen rechazó esta sugerencia.
En junio, la junta canceló los derechos de la compañía francesa para desarrollar una nueva mina en el gran depósito de Imouraren, que se consideraba la principal esperanza de crecimiento futuro del sector del uranio.
Mientras tanto, el bloqueo de exportaciones estaba empujando a Somaïr, que para noviembre tenía 1,150 toneladas de concentrado de uranio bloqueado por valor de $210 millones (£165 millones), hacia una crisis financiera.
Y cuando Orano decidió detener la producción y priorizar el pago de salarios a la fuerza laboral, las relaciones con el gobierno se deterioraron aún más hasta el casi total colapso de esta semana.
Por supuesto, no es solo la compañía sino también la economía de Níger la que paga el precio de esta situación, en pérdida de ingresos por exportaciones y el riesgo de cientos de puestos de trabajo.
Para Arlit y otras comunidades en el norte desértico, esto sería un golpe devastador, a pesar de los rumores de una actividad renovada en un proyecto de minería chino en la región y cierto interés en el sector entre otros posibles socios.
Pero la junta de Níger no siente la necesidad de hacer concesiones a Orano porque ahora está impulsada por un fuerte aumento en las exportaciones de petróleo, gracias a un nuevo oleoducto construido por China.
Con ese colchón financiero, el régimen parece estar dispuesto a asumir el costo de paralizar y probablemente desmantelar la asociación tradicional de uranio con Francia, su principal opositor internacional.
Paul Melly es un investigador asociado en el Programa de África en Chatham House en Londres.
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