Había mayonesa mezclada con hormigas en una taquería gastronómica en la Ciudad de México. El ajo en un restaurante persa en Frankfurt tenía 25 años. Y, sí, los hongos mágicos en Beijing eran alucinógenos.
Esto no es un programa de viajes de Anthony Bourdain, sino más bien un vistazo a lo que Janet L. Yellen, la secretaria del Tesoro, ha estado comiendo en sus más de 300,000 millas de viaje durante los últimos tres años mientras lidiaba con la inflación y ideando nuevas formas de debilitar la economía rusa.
“No es como si fuera un plan para llevar a cabo algún tipo de diplomacia”, dijo la Sra. Yellen, de 77 años, durante una entrevista en junio mientras comía huevos revueltos con cebolla y papas en Sarge’s Delicatessen and Diner en la Ciudad de Nueva York. “Sin embargo, parece haber tenido ese impacto”.
Las aventuras culinarias de la Sra. Yellen se han convertido en tema de fascinación global en el último año, con los medios locales y sociales comentando sobre dónde y qué come. La intriga ha sido una sorprendente vuelta en la tenencia de la Sra. Yellen, una economista y ex presidenta de la Reserva Federal, que a diferencia de la mayoría de los anteriores secretarios del Tesoro valora la mezcla de experiencias culturales con la tarea de viajar por trabajo del gobierno.