Bajo un techo agrietado y con filtraciones, Andrés Cuervo trabaja en un colorido y muerto colibrí para la colección ornitológica de la Universidad Nacional de Colombia, el país con más especies de aves que cualquier otro.
Cóndores, águilas e incluso aves extintas reciben una “segunda vida” en la mesa del biólogo, quien las conserva para la ciencia y la posteridad.
Pero en lugar de un entorno impecable con temperaturas y niveles de humedad regulados, la valiosa colección de alrededor de 44,000 aves disecadas se encuentra en cajones metálicos en un edificio público deteriorado.
Y en enero, una fuerte lluvia sobre Bogotá puso en riesgo la colección de Cuervo.
El agua “caía en cascadas sobre estos gabinetes,” recordó, señalando, claramente aún angustiado por casi perder su reservorio aviar “irreemplazable”.
Un cajón contiene cientos de colibríes azules y verdes, cada uno no más grande que un abejorro. De otro, Cuervo saca un enorme águila arpía con una envergadura de más de dos metros.
También hay varios especímenes de un ave que se extinguió en la década de 1970.
“Sacamos los cubos, los plásticos, cualquier cosa para proteger la colección,” relató su colega Gary Stiles, un destacado ornitólogo estadounidense que ha trabajado en Colombia desde 1990 y descubrió varias especies nuevas.
Afortunadamente, los daños se pudieron limitar a las colas de unas pocas aves y las etiquetas que las identificaban. Esta vez.
– ‘Irrónico’ –
“Es irónico que con la avifauna más diversa (del planeta) tengamos una de las colecciones más amenazadas,” dijo Stiles sobre las condiciones en el Instituto de Ciencias Naturales, donde se encuentra la colección ornitológica.
Con alrededor de 2,000 especies diferentes – una quinta parte del total mundial y 82 de ellas endémicas – Colombia es conocida como “el país de las aves”, según el grupo verde WWF.
“Es en parte debido a la topografía. Solo en Colombia los Andes se dividen en tres cordilleras montañosas distintas, separadas por valles profundos que forman barreras naturales,” explicó Stiles.
“Esto facilita el aislamiento de poblaciones y la formación de especies diversas.”
Pero esta riqueza natural contrasta con las dificultades económicas que enfrentan las universidades públicas en la cuarta economía más grande de América Latina.
Rectores sucesivos de la Universidad Nacional han denunciado la falta de financiamiento.
De acuerdo con investigaciones de la misma institución, las 33 universidades públicas del país tienen un déficit de alrededor de 18 mil millones de pesos o unos $4.8 millones.
La financiación estatal se ha reducido casi a la mitad desde 1994.
La falta de fondos es evidente en los pasillos del instituto.
En agosto de 2023, un terremoto de magnitud 6.1 sacudió la capital y “agravó algunas grietas” en las paredes, recordó Cuervo. Una aula tuvo que cerrarse por riesgo de colapso.
“Regreso a casa cada día pensando en esta colección… la acumulación de pequeños incidentes puede llevar a algo bastante serio,” dijo el biólogo.
– ‘Únicos e irreemplazables’ –
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