El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha prometido no “jugar política” con la frontera sur y la inmigración, un desafío potencialmente difícil a medida que Estados Unidos se acerca a las elecciones presidenciales de noviembre.
Las acciones del presidente, sin embargo, han recibido críticas tanto de los republicanos como de algunos demócratas, lo que obliga al presidente a realizar un acto de malabarismo complejo.
Las restricciones de asilo anunciadas el 5 de junio, ahora objeto de una demanda de la Unión Americana de Libertades Civiles, fueron ampliamente criticadas por defensores de la inmigración e incluso algunos aliados demócratas de Biden.
Mientras que el número de llegadas de migrantes y detenciones en la frontera entre Estados Unidos y México ha disminuido este año después de alcanzar máximos históricos a principios de la administración de Biden, las encuestas siguen mostrando una gran alarma sobre el tema.
Un sondeo de Gallup de mayo encontró que el 18% de los votantes de EE. UU. consideran la inmigración como su principal problema, un porcentaje que ha disminuido desde el 27% en abril, siendo el tercer mes consecutivo en que encabeza la lista de preocupaciones.