El principal órgano legal de la ONU ha escuchado dos días de poderoso alegato legal acerca del “crimen de todos los crímenes”: el genocidio.
Ahora le toca a los jueces de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) decidir si Israel, en su guerra en Gaza, es culpable de intentar “destruir un grupo nacional, étnico, racial o religioso, en todo o en parte,” según la definición de la Convención de Genocidio de 1948.
Difficilmente podría haber un asunto más importante.
Ambos lados han jugado fuertemente con las fuertes emociones que rodean al conflicto que estalló el 7 de octubre del año pasado.
Unas 1.300 personas – la mayoría civiles – murieron y unas 240 más fueron tomadas como rehenes durante el ataque de Hamas en el sur de Israel.
Más de 23.350 personas han muerto – la mayoría niños y mujeres – durante los ataques de represalia de Israel en Gaza, según el ministerio de salud dirigido por Hamas.
El caso, presentado a la CIJ por Sudáfrica, incluyó una lista de presuntos delitos de Israel, desde el asesinato indiscriminado de civiles palestinos hasta la destrucción en masa de la infraestructura de Gaza.
“Este asesinato es nada menos que la destrucción de la vida palestina,” dijo uno de los abogados de Sudáfrica, Adila Hassin.
La guerra de Israel en Gaza no puede seguir, argumentó el equipo de Sudáfrica.
“Familias enteras de múltiples generaciones serán aniquiladas,” advirtió la abogada irlandesa Blinne Ní Ghrálaigh, “y aún más niños palestinos se convertirán en WCNSF – Niño Herido Sin Familia Sobreviviente – el terrible nuevo acrónimo derivado del asalto genocida de Israel.”
La British Broadcasting Corporation
Pero el viernes por la mañana Israel contraatacó, con una combinación de su propia emoción y un ataque forense al caso Sudafricano.
Imágenes de 132 israelíes desaparecidos – la mayoría de ellos aún siendo retenidos como rehenes en Gaza – se mostraron a la corte.
“¿Existe alguna razón por la que estas personas en su pantalla no son dignas de protección,” le preguntó Tal Becker, un asesor legal con mucha experiencia en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, a la corte.
El Sr. Becker y sus colegas fueron críticos acerca del argumento de Sudáfrica, sosteniendo que si alguien era culpable de genocidio, era Hamas.
“Bajo el pretexto de la acusación de genocidio contra Israel,” dijo el Sr. Becker, “se le pide a esta corte que ponga fin a las operaciones contra los ataques continuos de una organización que persigue una agenda genocida real”.
Ellos dijeron que Sudáfrica es culpable de apoyar a Hamas, un grupo designado como organizacion terrorista por 41 países, incluyendo EE.UU., UE y Reino Unido.
Durante su discurso, el Profesor Malcolm Shaw insinuó brevemente que el país que lleva este caso contra Israel era cómplice.
“Sudáfrica ha dado alivio y apoyo a Hamas, al menos,” dijo.
Probablemente le tomará varios años a la CIJ llegar a un veredicto sobre el cargo de genocidio.
Los Sudafricanos deben saber que tienen una montaña legal que escalar para probar su caso.
El genocidio es notoriamente difícil de probar. Debe haber evidencia convincente de intención por parte de los que están a cargo de la campaña militar de Israel en Gaza, así como un patrón de comportamiento por las Fuerzas de Defensa de Israel que no se puede explicar razonablemente como nada más que genocida.
Recuerde: esto se trata sólo de genocidio, no de si se han cometido crímenes de guerra en Gaza, o incluso de si Israel está participando en limpieza étnica, como algunos alegan.
Es una cosa estar horrorizado o incluso enojado por innumerables imágenes del sufrimiento infringido a los palestinos.
Es completamente diferente concluir que el asesinato del 1% de la población gazatí, aunque sea un número conmovedor, representa un esfuerzo de Israel para destruir al pueblo palestino, “en todo o en parte”.
Pero para Israel, que puede sentir que está sobre terreno firme cuando se trata del “crimen de todos los crímenes”, hay una preocupación más inmediata.
Sudáfrica ha apelado a la CIJ para que emita nueve “medidas provisionales”, diseñadas, en palabras de la presentación de 84 páginas de Sudáfrica, “para proteger contra un daño futuro, grave e irreparable a los derechos del pueblo palestino”.
La primera de estas pide a Israel que “suspenda inmediatamente su operación militar en y contra Gaza”.
Si se obedece, tendría el efecto de detener la campaña militar de Israel.
Esto podría suceder en semanas, mucho antes de que Israel sienta que ha alcanzado su objetivo militar de destruir completamente a Hamas como una fuerza política y militar en Gaza.
Por esta razón, sus abogados trataron de demoler el caso de Sudáfrica para “medidas provisionales,” argumentando que no tenían base legal y atarían las manos de Israel pero dejarían a Hamas libre de actuar.
Israel no le agrada la CIJ, y siente que la ONU en su totalidad es inherentemente sesgada contra el Estado judío.
Pero, en un momento en el que la presión internacional está aumentando en Israel para poner fin al enorme nivel de violencia en Gaza, sabe que si la corte acepta emitir medidas provisionales, esa presión solo aumentará.
Está dispuesto a ignorar la corte si siente que debe hacerlo (y la CIJ no tiene poder de cumplimiento), pero preferiría ganar el argumento legal.