Al comenzar a ver imágenes de las multitudes que acuden a rendir homenaje al Presidente Ebrahim Raisi, vale la pena recordar que fue amado por los hardliners de la República Islámica de Irán.
Sin embargo, fue igualmente odiado por muchos iraníes por su papel en la ejecución masiva de presos políticos en la década de 1980, y por su participación de más de cuatro décadas en los sistemas de seguridad y judiciales que reprimen a los opositores del régimen islámico.
En la década de 1980, Raisi fue nombrado miembro de un comité que trató con presos políticos.
Más de 5,000 presos políticos fueron ejecutados por este comité. Los familiares de los ejecutados mantuvieron la esperanza durante mucho tiempo de que Raisi algún día enfrentara la justicia.
Ahora esto nunca será posible.
Sus partidarios señalarían la representación de los medios estatales iraníes de Raisi como el presidente de los desfavorecidos y pobres.
Bajo su liderazgo, hubo alguna reforma en el procesamiento de un rezago de casos judiciales, y algunos familiares de funcionarios fueron arrestados por corrupción y soborno.
A pesar de esto, la situación económica en Irán empeoró y los hardliners impusieron restricciones más duras a la libertad de expresión, así como un código de vestimenta más estricto para las mujeres.
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