A medida que se extiende la lucha en Oriente Medio, la paz potencial es olvidada.

Después de semanas de impresionantes éxitos tácticos, el primer ministro de Israel parece albergar grandes ambiciones. En un discurso directo al pueblo iraní, insinuó que el cambio de régimen se acercaba en Teherán. “Cuando Irán finalmente sea libre, y ese momento llegará mucho antes de lo que la gente piensa, todo será diferente”, dijo. Para algunos observadores, su retórica llevaba ecos incómodos del caso presentado por los neoconservadores americanos en la antesala de la invasión liderada por Estados Unidos en Iraq en 2003. Pero a pesar de todo el peligro del momento, todavía existen frágiles barreras de protección. El régimen iraní puede soñar con un mundo sin Israel, pero sabe que es demasiado débil para enfrentarse a la única superpotencia de la región, especialmente en un momento en el que Hezbolá y Hamas – sus aliados y proxies en la llamada “eje de resistencia” – están siendo aplastados. Y Israel, que desearía deshacerse de la amenaza que representa Irán, también sabe que no puede hacerlo solo, a pesar de sus recientes éxitos. El cambio de régimen no está en la agenda de Joe Biden, ni en la de su vicepresidenta Kamala Harris. En cuanto a Donald Trump, la única vez que parecía listo para atacar a Irán – después de que Teherán derribara un dron de vigilancia de Estados Unidos en junio de 2019 – el ex presidente dio marcha atrás en el último momento (aunque sí ordenó el asesinato de un importante general iraní, Qasem Soleimani, siete meses después). Pocos hubieran imaginado, hace un año, que Medio Oriente se encaminaba hacia su momento más peligroso en décadas. Pero visto a través del espejo retrovisor de ese mismo gigante, los últimos 12 meses parecen haber seguido una lógica terrible. Con tantos destrozos esparcidos por todo el camino, y los acontecimientos siguen desarrollándose a un ritmo alarmante, los formuladores de políticas – y el resto de nosotros – estamos luchando por mantenernos al día. A medida que el conflicto que estalló en Gaza se prolonga hasta un segundo año, todo el hablar del “día después” – cómo Gaza será rehabilitada y gobernada cuando termine finalmente la lucha – ha cesado, o ha sido ahogado por el estruendo de una guerra más amplia. También lo ha hecho cualquier discusión significativa sobre una resolución del conflicto de Israel con los palestinos, el conflicto que nos trajo hasta aquí en primer lugar. En algún momento, cuando Israel sienta que ha causado suficiente daño a Hamas y Hezbollah, Israel e Irán hayan tenido su palabra – asumiendo que esto no sumerja a la región en una crisis aún más profunda – y las elecciones presidenciales de Estados Unidos hayan terminado, la diplomacia puede tener otra oportunidad. Pero en este momento, todo eso parece estar muy lejos.

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