En una ciudad portuaria ocupada en la costa suroeste de Pakistán, una nueva barrera de seguridad y cientos de nuevos puntos de control protegen a los trabajadores chinos.
Más abajo en la costa del Mar Arábigo, en la ciudad más grande de Pakistán, Karachi, los funcionarios agregaron cientos de agentes de policía a una unidad especial encargada de proteger los proyectos de desarrollo financiados por China. Y en la capital, Islamabad, los funcionarios crearon una nueva fuerza policial específicamente para proteger a los ciudadanos chinos.
En toda Pakistán, las autoridades se apresuran a reforzar la seguridad de los trabajadores chinos después de un aumento en la violencia militante dirigida a megaproyectos financiados por China. Los ataques han amenazado la infraestructura, la energía y los proyectos comerciales que han mantenido a flote la economía de Pakistán a través de una grave crisis económica.
Esa inversión en Pakistán, que comenzó en 2015 como parte de la Iniciativa del Cinturón y Ruta de China, implica alrededor de $60 mil millones en proyectos planificados. Se estima que decenas de miles de trabajadores chinos están en Pakistán, aunque las estimaciones varían ampliamente. La inversión china ha sido crítica desde que el apoyo de Estados Unidos se redujo después de que la guerra en Afganistán vecino terminara en 2021.
Los proyectos financiados por China han enfrentado desafíos de seguridad desde el principio. Pero en los últimos tres años, a medida que los grupos militantes han resurgido en todo Pakistán y el número de ataques terroristas ha aumentado, las inversiones chinas, o incluso solo proyectos percibidos como tener alguna conexión con China, se han vuelto cada vez más vulnerables.