Uno de los principales frenos para la segunda economía más grande del mundo ha sido la desaceleración en el mercado inmobiliario del país que comenzó hace tres años. Además de las políticas destinadas a impulsar las acciones, el paquete de estímulo recientemente revelado también se centró en la industria de bienes raíces. Incluye medidas para aumentar los préstamos bancarios, recortes en las tasas de hipotecas y menores pagos iniciales mínimos para los compradores de segundas viviendas. Pero existe escepticismo de que tales medidas sean suficientes para impulsar el mercado de la vivienda. “Esas medidas son bienvenidas pero es poco probable que muevan mucho la aguja de manera aislada”, dijo Harry Murphy Cruise, economista de Moody’s Analytics. “La debilidad de China se deriva de una crisis de confianza, no de crédito; empresas y familias no quieren pedir prestado, independientemente de lo barato que sea hacerlo.” En la sesión del Politburó, los líderes prometieron ir más allá de los recortes de tasas de interés y utilizar los fondos gubernamentales para impulsar el crecimiento económico. Sin embargo, más allá de establecer prioridades como estabilizar el mercado inmobiliario, apoyar el consumo y aumentar el empleo, los funcionarios ofrecieron pocos detalles sobre el tamaño y alcance del gasto gubernamental. “Si el estímulo fiscal no cumple con las expectativas del mercado, los inversores podrían sentirse decepcionados”, advirtió Qian Wang, economista jefe de la región de Asia Pacífico en Vanguard. “Además, el estímulo de políticas cíclicas no resuelve los problemas estructurales”, señaló la Sra. Wang, sugiriendo que sin reformas más profundas, los problemas que enfrenta la economía de China no desaparecerán. Los economistas ven abordar los problemas arraigados en el mercado inmobiliario como clave para solucionar la economía en general. La propiedad es la mayor inversión que harán la mayoría de las familias y la caída de los precios de las viviendas ha contribuido a socavar la confianza del consumidor. “Garantizar la entrega de viviendas pre-vendidas pero no terminadas sería clave”, dijo una nota de Sophie Altermatt, economista de Julius Baer. “Para aumentar el consumo doméstico de manera sostenible, el apoyo fiscal a los ingresos familiares necesita ir más allá de transferencias únicas y más bien provendría de sistemas de pensiones y seguridad social mejorados”.