Un coche bomba mató a 15 trabajadores agrícolas en el norte de Siria el lunes, según la fuerza de defensa civil del país, mientras la violencia continúa amenazando con socavar el impulso del nuevo gobierno por la estabilidad.
No hubo reivindicaciones inmediatas de responsabilidad por la explosión, que tuvo lugar en la ciudad de Manbij, aproximadamente a 20 millas de la frontera con Turquía. Manbij ha sido un punto de conflicto entre grupos armados, uno respaldado por Estados Unidos y otro por Turquía. La explosión del lunes fue uno de los ataques más mortales desde la caída de Bashar al-Assad en diciembre.
Los combatientes respaldados por Turquía tomaron el control de la ciudad en diciembre de las fuerzas lideradas por los kurdos, quienes son apoyados por Estados Unidos, y desde entonces ha habido una serie de atentados con coches bomba, según los Cascos Blancos, la fuerza de defensa civil siria.
Los trabajadores agrícolas estaban siendo transportados en la parte trasera de un camión cuando una bomba de coche explotó junto a ellos en las afueras de la ciudad, que se encuentra a unas 55 millas al noreste de Alepo, dijeron los Cascos Blancos en un comunicado.
La mayoría de los muertos eran mujeres. Al menos 15 personas más resultaron heridas, y se espera que el número de muertos aumente, dijo la fuerza.
Imágenes de la escena mostraron los restos carbonizados y destrozados de un vehículo, y el camión que transportaba a los trabajadores estaba perforado con metralla.
La violencia continuada resaltó los desafíos que enfrenta el nuevo presidente interino de Siria, Ahmed al-Shara, quien intenta navegar un momento crítico en la historia del país.
El Sr. al-Shara, quien fue nombrado la semana pasada, se comprometió a crear un gobierno de transición inclusivo. Con ese fin, las nuevas autoridades han anunciado la disolución de todas las facciones armadas en la coalición rebelde que derrocó al Sr. Assad, el dictador de mucho tiempo del país.
Sin embargo, sigue siendo incierto si los grupos armados que hasta ahora se han negado a entregar sus armas, incluidas las fuerzas kurdas que controlan la mayor parte del noreste de Siria, eventualmente aceptarán ese mandato.
Unificar la compleja red de grupos armados de Siria bajo un solo paraguas, según los expertos, es uno de los desafíos más apremiantes que enfrenta el nuevo gobierno.