Cuando llegaron, todos los llamaban rusos”, dijo Fiston Mahamba, cofundador del grupo de desinformación Check Congo, a la BBC. “Creo que esto estaba vinculado al grupo de mercenarios rusos, Wagner, con presencia en varios países africanos.” En realidad, Asociatia RALF también puede trabajar en toda África: su contrato estipulaba que tenía diversas “ubicaciones operativas”, incluyendo “Burkina Faso, RD Congo, Costa de Marfil, Níger, Senegal, Sierra Leona, Gambia y Guinea”. Los expertos de la ONU dicen que dos compañías militares privadas se unieron para reforzar sus fuerzas en 2022, poco después de que el M23 se reagrupara y comenzara a capturar territorio en Kivu del Norte. La provincia ha sido inestable durante décadas con numerosas milicias que operan allí ganando dinero con sus minerales como oro y coltán, utilizado para hacer baterías de vehículos eléctricos y teléfonos móviles. La primera firma que se unió fue Agemira RDC, dirigida por Olivier Bazin, un francés-congoleño. Los expertos dicen que la empresa empleó a ciudadanos búlgaros, bielorrusos, georgianos, argelinos, franceses y congoleños. A esta empresa se le encomendó la tarea de renovar y aumentar los activos aéreos militares de RD Congo, rehabilitar aeropuertos y garantizar la seguridad física de aeronaves y otras ubicaciones estratégicas. Se firmó un segundo contrato entre Congo Protection, una empresa congoleña representada por Thierry Kongolo, y Asociatia RALF. Según los expertos de la ONU, el contrato especificaba que Asociatia RALF tenía experiencia y amplia experiencia en la prestación de servicios de gestión de seguridad. Brindaría capacitación e instrucción a las tropas congoleñas en el terreno mediante un contingente de 300 instructores, muchos de ellos rumanos. Cuando hablé con el Sr. Potra en julio sobre la extensión de la participación de su grupo en el terreno y si había participado en combates, dijo: “Tenemos que protegernos. Si el M23 nos ataca, no dirá simplemente: ‘Oh, ustedes son solo instructores, váyanse a casa’.”
